Ha sido el doctor José Gregorio Hernández, un hombre rana, panadero gore, hombre de dolores, drag vampiresca, una florida farota, Santa Teresa de Jesús, o pieza de arte transportada en maquinaria pesada.
El momposino Alfonso Suárez, padre de la performance caribe, regresa con un remake de su clásica pieza 100 por ciento frágil, una puesta en escena que nos lo devuelve luego de ser etiquetado, rechazado, restaurado, anulado –como una mercancía deteriorada– por diferentes puertos del mundo.
La misma muerte se resigna a no haber obtenido esa pieza de arte en la que Suárez se ha convertido a lo largo de los años. Luego de sortear los embates del cáncer, llega a esta Latitud (suplemento literario de EL HERALDO) para contarnos acerca de su esperado regreso.