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Para Gloria Peña, gestora cultural ligada al Teatro Amira de la Rosa desde sus inicios, el cierre de este recinto cultural es obra de la 'desidia'. Tenerlo cerrado desde 2016 •una década después de haber sido declarado Bien de Interés Cultural por el Ministerio de Cultura•, constituye un golpe que afecta 'emocionalmente' a los creadores. 'Cuando a usted lo afectan así, se queda sin ganas de nada. Nos sentimos pisoteados', dice enfáticamente.

En el escenario del Amira, Peña recuerda haber crecido como artista. En 1977 iba a presentar un ballet inspirado en María, de Jorge Isaacs, con el propósito de recoger fondos para el teatro, que se encontraba en obra negra. Le dijeron que debía presentarla en Bellas Artes, pero se negó. 'Voy a presentarla en el teatro', dijo. '¿Pero cómo?', le preguntaron. 'Vamos a abrirlo', contestó.

Dos décadas antes, en 1950, hizo parte del elenco de niños que se presentó en la primera obra –titulada La princesa caprichosa – para gestionar la construcción del Teatro Amira de la Rosa (antes Teatro Municipal). Así como el ballet, contribuyó a los fundamentos mismos del recinto que vio su primera piedra en 1963 y al que históricamente los artistas son quienes han sacado de apuros.

Ahora el Banco de la República, encargado de administrar el escenario cultural desde 1980, llevó a cabo entre el lunes y el viernes pasados las mesas de trabajo con los grupos focales del teatro. Estos los conforman la Secretaría de Cultura distrital, organizaciones y gestores culturales, grupos académicos y de investigadores, usuarios permanentes de los servicios del Banco de la República y el Amira, adolescentes y estudiantes, así como los directores de áreas artísticas del Distrito de Barranquilla. Su objetivo: tener un 'debate ciudadano' que visualice el teatro futuro.

Los tiempos

Carmen Arévalo, perteneciente al grupo focal de los gestores culturales, hace 'una reflexión final positiva'. 'Me queda claro que hay un compromiso del Banco de la República en intervenir el Amira de la Rosa, y de la mejor manera', dice la también miembro del Consejo Directivo del Parque Cultural Museo del Caribe, cerrado desde antes de la pandemia.

'¿Qué es lo que vemos como un poco negativo? Los tiempos. Llevamos mucho con el Amira cerrado', añade Arévalo.

Las mesas no obedecen, explica, a la idea de tumbar el teatro y hacer uno nuevo, cosa que el Banco ha repetido insistentemente que no hará, sino 'a cómo complementan ese espacio que ha sido el epicentro de actividades culturales de buen nivel, ligado a la educación y la formación de público'.

Considera que el Banco 'está buscando cómo complementar ese gran nodo cultural que ha sido y debe volver a ser el Amira'.

Para Arévalo, el cierre del Teatro ha tenido múltiples repercusiones. Una gran cantidad de 'eventos culturales, conciertos, representaciones de teatro, no han venido a Barranquilla porque no hay dónde'.

Aunque, dice, en las mesas de trabajo un participante sostuvo que el cierre del teatro movilizó otros espacios alternativos de la ciudad, 'hay eventos que necesitan otro tipo de escenario'.

Como ejemplo, pone a Barranquijazz, que este 4 octubre culmina sus conciertos virtuales por la pandemia. En ediciones anteriores, en el Salón Jumbo del Country Club, el escenario no ha sido el más adecuado. 'La acústica es fatal, la visual peor. Uno puede pagar un montón de plata para estar en platea, donde no se ve; o pagar menos en otro lugar, entonces no se oye', explica.

Agrega que Barranquijazz le parece un ejemplo de lo grande que una ciudad puede crecer culturalmente con escenarios óptimos. 'El Festival ha generado un movimiento de músicos y de jazz en Barranquilla. Es conmovedor verlo. Hoy día hay cuatro o cinco escuelas de música en la ciudad. Eso muestra que si tú ya tienes la creatividad, el talento y la gente, necesitas los espacios para expresarlo', añade.