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El fandango que el maestro Catalino Parra le tributaba a la Virgen de la Inmaculada Concepción cada 8 de diciembre era tan concurrido, lleno de alegría y devoción, que paralizaba todo Soplaviento, la tierra que vio nacer al célebre gaitero.

La ofrenda la cumplía el músico desde hacía más de 30 años, tras sobrevivir en un accidente de tránsito en carreteras de Bolívar, recuerda su hija Ana Isabel.

El ritual que recorría gran parte de la población tenía una parada especial en la puerta de la casa de Cato, en el barrio El Chispón, donde el artista vivió la mayor parte de su vida junto a su esposa, Tita Isabel Parra Vega, madre de sus 10 hijos.

Allí, hijos, nietos, bisnietos y por supuesto su vecino e inseparable compañero músical, ‘el compae Goyo’ (Gregorio Almeida), se vinculaban al festejo.

Era tal el fervor por la Inmaculada Concepción, que Catalino le compuso una canción que es el canto principal en la procesión anual.

Por la virgen morenita/

Que llaman la Concepción/ Yo canto como es mi tierra/ Es cumplir mi devoción/Viva el pueblo de Soplaviento/ Y viva la Concepción.