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La Capilla Real del Palacio de Versalles, al oeste de París, recuperará en un año y medio su esplendor de antaño, una restauración indispensable para lo que fue la última gran obra de Luis XIV.

Construida entre 1699 y 1710, la obra maestra de Jules Hardouin-Mansart, de 40 metros de altura, es objeto desde 2018 de trabajos en su techo de plomo y pizarra, su estructura de roble, sus 1.800 vitrales y 3.000 metros cuadrados de fachadas, al igual que estatuas y bajorrelieves, todo minuciosamennte revisado, limpiado y reemplazado según el desgaste de los años.

Es la 'segunda gran restauración de la capilla' desde su construcción, y la última databa de 1875-1878, afirma Frédéric Didier, arquitecto en jefe de Monumentos Históricos, maestro de obra de la restauración.

Estos trabajos forman parte de la 'lista de emergencias' de Catherine Pégard cuando llegó a la presidencia del palacio en 2011, recordó la responsable el martes durante una visita para la prensa.

El techado de plomo del edificio debe recuperar su lustro de antaño, recubierto de una lámina de oro, como era el caso originalmente.

Durante su primera gran restauración, en el siglo XIX, Francia estaba en guerra y no tenía los medios financieros para recuperar el dorado de los techados. 'Hubiera sido indecente. Hoy lo hacemos, porque Versalles lo merece', explica Didier.

La restauración se lleva a cabo bajo alta vigilancia, las 24 horas del día, con controles humanos regulares en cada 'punto caliente', cámaras térmicas y detectores de humo colocados para prevenir cualquier riesgo de incendio y evitar que se reproduzca la tragedia vivida por la catedral de Notre Dame de París, explica a la AFP la directora de patrimonio y de los jardines del palacio, Sophie Lemonnier, maestra de obra de los trabajos.