'¡Estoy seguro! Les digo que vino. ¡Lo vi!', dice irritado Soro Navaghi, de unos 60 años, cuando se pone en duda que Pablo Picasso estuvo en su pequeño pueblo, Fakaha, célebre por sus pinturas sobre telas de algodón en el norte de Costa de Marfil.
En internet o en los folletos turísticos es común leer que Picasso estuvo en Fakaha. Una famosa guía turística francesa menciona en sus páginas los lienzos 'mundialmente reputados' de este pueblo, las telas senufo, que habrían 'cautivado a un tal Picasso, que visitaba de manera discreta la región a principios de siglo'.
África y Picasso es una fantasía. Alguna vez Picasso dijo que no conocía el 'arte negro', pero era no obstante un ferviente admirador y tenía una impresionante colección de arte africano.
Muchos críticos de arte subrayan las similitudes entre las esculturas africanas y las obras del artista español y estiman que el arte africano fue una de sus fuentes de inspiración.
Se cita generalmente el parecido entre una máscara Grebo y uno de los rostros del célebre Las señoritas de Aviñón, pero hay otros ejemplos.
'Cuando se insistía sobre la influencia del arte africano en el desarrollo de su obra, movía los hombros, hastiado de que lo redujeran a ello: seguro que se alimentó de él desde 1906, año en que vio las primeras esculturas africanas', subraya uno de los biógrafos del pintor, Gilles Plazy.
'Picasso se alimentaba de todo lo que pasaba por delante y lo integraba en la renovación constante de su búsqueda de artista. Abrió nuevos caminos'.
En cuanto a un 'viaje a Fakaha, que habría visitado como mago dando al arte tradicional local un soplo regenerador... Es un cuento magnífico que seguramente le habría gustado. Pablo Picasso es un personaje de leyendas. De él hay muchas historias a las que se prestó con humor', estima Plazy.
A Fakaha se llega por un camino de tierra a unos 15 km de la carretera que lleva a Korhogo. Viven allí unos centenares de habitantes, en casas modestas. Del otro lado del pueblo, en construcciones abiertas, los artistas pintan.