*Por Rodrigo de la Cadena
Sabía usted, querido bohemio lector, que en Colombia hay una plaza Garibaldi? ¿Es de su conocimiento que en la avenida Caracas de la ciudad de Bogotá, al igual que en muchas otras ciudades colombianas, existe más de un centenar de agrupaciones de mariachis dispuestos todas las noches a ser contratados para interpretar nuestra canción mexicana preferida? ¿Conoce las más de 100 plazas públicas en donde nunca falta al menos un mariachi colombiano? ¿Está enterado de que al menos cada ciudad principal de esta patria de Bolívar alberga un festival de bolero al año? ¿Ha considerado que existen diversos géneros populares en la canción colombiana que no son más que fusiones de nuestra música norteña y la música ranchera? ¿Se imaginaba que los más grandes coleccionistas de música mexicana se encuentran en Colombia? ¿Adivinaría que existen miles de artistas dedicados a cantar los géneros mexicanos a lo largo de todo aquel país? ¿Sabe que Colombia representa una de las mejores y más exitosas plazas de trabajo para los artistas mexicanos?
Hoy, querido inquieto bohemio lector, haré referencias puntuales que ilustran y ejemplifican el gran testimonio del amor que este país sudamericano nos profesa en el día a día. Nosotros, en México, no estamos enterados en lo más mínimo, en el aspecto general de nuestra sociedad, de la gran trascendencia tributaria que se nos rinde en el día a día de la vida cultural colombiana. Sin embargo, quienes hemos tenido la oportunidad y el inmenso honor de pisar estas tierras, podemos comprobar, desde el primer instante, que somos los mexicanos hijos y hermanos consentidos de esta culta, elegante, afectiva y rumbera nación.
Una de las primeras veces que conocí Colombia y que fui invitado a Bogotá (por cierto, a un festival de boleros y rancheras), ante mi sorpresa y desconcierto, me encontré con uno de los mejores mariachis que en mi vida había escuchado. Resulta que se trataba del colombianísimo ‹Mariachi clásico contemporáneo›, que junto con otras agrupaciones del mismo nivel, es considerado como uno de los más originales y mejor calificados mariachis tanto en su desempeño académico y técnico como en el desarrollo creativo que manifiestan tanto en el aspecto escénico como en su originalísimo repertorio. Este mariachi además del repertorio clásico de música ranchera, folclórica o vernácula, ha sabido adaptarse a los géneros propios de la actualidad y sus juventudes generacionales sin hacer a un lado la inclusión de la música popular colombiana a través de originalísimos arreglos e instrumentaciones muy a la mexicana.
En alguna otra ocasión que visité este país, mucho me hablaban de la ‹Plaza Garibaldi› de Bogotá y, como buen bohemio (seguro estoy que ustedes hubieran hecho lo mismo), me adentré a conocer dicho sitio, que al más puro estilo del ‹Tenampa›, ofrece extraordinarias variedades nocturnas con diferentes mariachis y muy facultadas voces masculinas y femeninas. Casi todos made in Colombia. En dicho lugar se bebe y se come también muy a la mexicana. Sentí mucho orgullo al ocupar un sitio como comensal de este lugar en donde acuden, en su mayoría, colombianos de otras ciudades de diferentes departamentos.
Decorado con murales pintados a mano en donde destacan una gran parte de nuestros ídolos populares, pude reconocer a: Jorge Negrete, José Alfredo Jiménez, Vicente Fernández, Pedro Infante, Agustín Lara, Javier Solís, Lucha Villa, Juan Gabriel, etc. Sin embargo, había una pintura que ocupaba un lugar muy destacado en dicho mural que yo no pude reconocer por más que me esforzara. Mi curiosidad me llevó a preguntar a alguna de las mesas vecinas por la identidad de aquella misteriosa mujer retratada, a lo que de inmediato me contestaron en un tono que oscilaba entre orgullo y evidencia «¡¿Qué no ve que es Helenita Vargas?!». Silencio total.
Pues resulta que Helenita fue una de las más grandes intérpretes colombianas representantes de la música mexicana en dicho país. Incluso, me aseguraron los parroquianos que la maestra era conocida en toda Sudamérica y no daban crédito a que yo ignorara la existencia de dicha cantante a la que, unos minutos después, gracias al internet, pude investigar, enterándome que la popular intérprete nació en la rumbera y pachanguera ciudad de Cali obteniendo a la postre una trascendencia equiparable a la mismísima Lola Beltrán en el ámbito musical, dando a conocer una gran parte de las canciones nuestras desde Colombia para el mundo. Lo que son las cosas...
México debiera rendir reconocimiento a estas personas que, sin ser coterráneos nuestros, hicieron más por nuestra cultura exaltando nuestras raíces artísticas que muchos de nosotros, pues la cantante conocida como ‹La ronca de oro› falleció en 2011, pero sigue siendo recordada al mismo nivel que nuestros grandes próceres.
Los invito a la cantina…
Café (¿Le apetece un tintico?), aguardiente, ron, cerveza y ‹Old Parr› son los componentes de la canasta básica del alma bohemia colombiana. Dichos elementos van forjando de sensibles emociones el desfile musical comprendido a través de las diferentes manifestaciones musicales dependientes del humor del momento. Pudiéramos clasificar esta identificación como la catarsis y anagnórisis del colombiano a través de la música en las siguientes subdivisiones del «sentir» cantinero:
I. «Música Vieja». Un importante porcentaje de la programación musical de las cantinas colombianas abarca preferencialmente las expresiones en donde predomina el Bolero arrabalero y populachero así como las diversas expresiones afroantillanas propias de La Sonora Matancera hasta uno que otro tangos infaltables. Este particular repertorio comprende artistas como: Julio Jaramillo, Daniel Santos, María Luisa Landín, Olimpo Cárdenas, Alci Acosta, Bienvenido Granda, Celio González, Alberto Beltrán, Vicentico Valdés, Carlos Argentino, Rolando Laserie, Calixto Leicea, Nelson Pinedo, Roberto Yanez, Los Panchos, Orlando Contreras, Leo Marini, Felipe Pirela, Víctor Hugo Ayala, Carlos Gardel, ‹El Caballero Gaucho› (cantante de tangos colombiano), Toña La Negra, Cheo Feliciano, Tito Rodríguez, Ricardo Fuentes...
II. «De plancha». Haciendo alusión al estereotipado cuadro en donde, mientras se lavaba y se planchaba, la radio se entremezclaba con la música que definía el acto infalible, hoy día en las cantinas y fiestas colombianas, por ahí de las tres o cuatro de la mañana, cuando la fiesta ya está en su último hervor, esta clasificación irrumpe con un repertorio encabezado por Yuri y su Maldita primavera, seguida por los éxitos de José José, Juan Gabriel, Pepe Aguilar, Daniela Romo...
III. «Rancheras», «De despecho» y «Guasca». Las infaltables. En esta división se entremezclan tres géneros que conviven de una forma audaz y valiente. Por un lado, las clásicas rancheras conocidas tanto en México como en el exterior, en donde tienen una significativa preferencia las interpretaciones de Vicente Fernández (ningún país le ha dado tantos llenos y éxitos al cantante como en Colombia, en donde abarrota cuanto estadio y plaza pública se le enfrente), Javier Solís, Antonio Aguilar, Pedro Infante, Ana Gabriel, Paquita la del Barrio, José Alfredo Jiménez y Alicia Juárez (célebres por las coplas que grabaron). Por otro lado, aquí se va mezclando la auténtica ranchera mexicana con la conocida música ‹Guasca› y ‹De despecho› (Colombia tiene su propia subdivisión ranchera llamada hoy día «música popular de despecho») en donde se cantan nuevas canciones de corte norteño, ranchero, corridos, huapangos y otros géneros tocados con mariachi, acordeón tejano, requinto, guitarrón y guitarras rancheras. Aquí entran exponentes, en su mayoría colombianos todos, tales como: Las Hermanitas Calle, Lydia y José, ‹El Charrito negro›, Darío Gómez, Jessi Uribe, Pipe Bueno, Alzate, Francy, Los Visconti, Los Relicarios, Luis Alberto Posada, Rómulo Caicedo y Gabriel Raymón. No hay reglas para ‹la Guasca› o ‹el despecho›, ya que aquí entran
hasta tangos argentinos como Obsesión con la orquesta de Alfredo De Angelis.
IV. «Tríos». Capítulo aparte merece esta muy mexicana expresión bolerística como un género musical arraigado en todo el país a partir del nacimiento de Los Panchos; agrupación conformada en 1944, originalmente por el puertorriqueño Hernando Avilés en la primera voz, y los mexicanos Chucho Navarro, compositor, segunda voz y guitarra de armonía, y Alfredo ‹El Güero› Gil, compositor, tercera voz y creador ejecutante del ‹requinto›.
Existen en la actualidad más de una decena de festivales de talla internacional en diversas ciudades dedicados a la música de tríos. Un soplo de aire fresco que otorga vitalidad a dicho género que se obtiene al visitar dichos encuentros y muestras artísticas en donde se dan cita los mejores tríos del mundo, teniendo los mexicanos un sitial de honor en su calidad de fundadores de dicho movimiento. Lo mejor de todo es que cada día son más y mejores las nuevas generaciones de jóvenes, principalmente colombianos, que han dado un giro de novedad, actualizando tanto el repertorio como la interpretación y ejecución guitarrística.
1. El Rey (José Alfredo Jiménez) - José Alfredo Jiménez
2. El Triste (Roberto Cantoral) - José José
3. Mujeres Divinas (Martín Urieta) - Vicente Fernández
4. Amor eterno (Juan Gabriel) - Juan Gabriel
5. Acá entre nos (Martín Urieta) - Vicente Fernández
6. Si nos dejan (José Alfredo Jiménez) - Luis Miguel
7. Esclavo y amo (José Vaca Flores) - Javier Solís
8. La Ley del monte (Ferrusquilla) - Vicente Fernández
9. Volver volver (Fernando Z. Maldonado) - Vicente Fernandez
10. Sin ti (Pepe Guízar) - Los Panchos