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'La moral no es más que un jardín de moras', dice uno de los personajes de la novela que hace 16 años publicó en Madrid la escritora y periodista barranquillera Alba Pérez del Río y que por primera vez presenta en su ciudad natal.

Lo hizo este sábado en la I Feria Internacional del Libro de Barranquilla, Libraq, en el Salón Álvaro Cepeda Samudio, donde conversó sobre Jardín de moras, una obra atravesada por la ambición y la corrupción en la política, y cuyo paisaje se ambienta, en gran parte, en la capital del Atlántico.

De ese diálogo, cargado tanto de crítica como de humor, participó también el director de EL HERALDO Marco Schwartz y el columnista Thierry Ways, quienes coincidieron en que se enfrentaron ante una novela 'atrapante' que 'trasciende lo territorial'.

'Es cierto que la ciudad que se narra en Jardín de moras tiene claves, calles y cosas de Barranquilla, pero la historia también nos transporta a cualquier ciudad del tercer mundo o del mundo', comentó Ways, haciendo referencia a la corrupción como enfermedad global, un tema que ha sabido inquietar a Pérez.

Es que la escritora, Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar (1985) y también autora de El Señor de Tambao, supo detenerse en las costumbres más deshonestas que, desde el oficio del periodismo, vio que se normalizaban en la sociedad. Ese 'pare' en la vida frenética de la redacción de un periódico–en su caso EL HERALDO–, contó Pérez, supuso el punto cero de su primera novela.

'Pagar sobornos era algo normal, si un policía te detenía era normal transarlo, si querías tramitar un certificado lo normal era pagar para agilizar y todo era así, un funcionamiento de deterioro impresionante. Decidí que quería ser escritora y escribir sobre eso', contó Pérez.

'Yo iba a 200 kilómetros por hora y me frené a pensar en lo que había vivido como periodista, en esa oportunidad de conocer el funcionamiento brutal de la administración', añadió.

Sobre aquellas épocas de cubrimiento de noticias locales, Schwartz aportó una anécdota de la que fue testigo: 'recuerdo que un día Alba dio una noticia sobre una factura telefónica tan larga que para mostrarla ante las cámaras se subió a un tercer piso y desde el balcón la dejó caer. Las facturas llegaban a quienes no correspondían'.

'Es que si en tu casa creces viendo que tus padres, vecinos transgreden las normas de convivencia ya establecidas, como el pago del impuesto, pues eso harás también. ¿Cómo llegas a tener algo si no es robando? ¿Por qué voy a pagar la luz si puedo conectarme? ... luego todo se va justificando. Yo no pago porque los políticos son unos desalmados. Y así con todo', criticó Pérez.

La novela, confesó, en materia de carpintería literaria, fue influenciada más por 'lo que tenía que decir que la técnica para narrar'. 'Lo hago parecer fácil pero me tomé cinco años', precisó la escritora barranquillera.