José Horacio Martínez habla de los colores como si los hubiese descubierto él mismo. Hace piruetas con las manos, arquea las cejas y tensa el rostro, maravillado. Confiesa que les resultan 'supremamente emocionantes', que se adentra y vive en ellos. Sus más profundos sueños y sus más terribles pesadillas están cargados de colores.
'El color representa lo popular y lo privado. Es un asunto político, un tema reservado. Ustedes tienen el Carnaval de Barranquilla, un momento para el color, y luego todo va regresando a su lugar. Eso es fascinante', expresa el artista, un maniático del azul turquesa, del naranja ácido, del fucsia magenta y del 'más importante' de su paleta: el amarillo.
Esa obsesión colorea gran parte de su obra. Martínez defiende aquella idea del escritor ruso Vladímir Nabókov, quien define el cosmos como un 'cristal de colores'. Geografías de la incertidumbre, la exposición que inauguró ayer el artista bugueño en el Museo de Arte Moderno de Barranquilla, Mamb, desde las 6 p. m., contiene mucho de esa premisa.
En la colección de más de 40 piezas –que permanecerán en la ciudad hasta el 6 de julio– el artista traza cartas para navegar el terreno incierto de los anhelos humanos. Lo hace a través de la cartografía, la línea, el ruido y la fugacidad. Su exposición versa, asegura, sobre la forma cómo coincide el territorio con la geografía humana.
'¿Ves estas líneas?', pregunta Martínez mientras señala una de sus pinturas. 'Adquieren un significado porque hacen parte de la desembocadura del río Magdalena. Pensamos que en el río, en la geografía, está nuestro cuerpo. Cuando contaminamos nuestros ríos nos contaminamos a nosotros mismos', explica el artista.
Pero esto es apenas un ejemplo del arsenal de simbolismos escondidos en sus pinturas y grafismos. En cada uno de ellos habitan relatos eternos de la humanidad, historias de gentes comunes, de gentes de tierra.
'Mis pinturas no son un golpe de ojo. Cuando te adentras en ellas comienzan a aparecer figuras misteriosas, monjes, bichos, animales volátiles, seres humanos perdidos, seres redimidos, nobles y plebeyos, sueños que desaparecen y reaparecen, lugares comunes', asegura.
Confiesa, incluso, las muchas veces que ha encontrado nuevos significados en su propia obra, sin antes haberse percatado de los movimientos que podrían cobrar las figuras que había dibujado. ¿Cómo explicarlo? Sus cartografías son tan móviles como inciertas.