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Después de casi cuatro meses de su salido de la compañía RCN, la periodista Vicky Dávila vuelve a la esfera pública con En honor a la verdad. El libro revela por menores de la presunta red de prostitución al interior de la Policía que denunció la entonces directora de La FM, y que le costó su renuncia, también detallada en las páginas. En retrospectiva, la autora reflexiona sobre el futuro de la libertad de prensa en el país y sobre su vida profesional.

En el libro menciona un ataque del presidente Santos hacia usted, en un almuerzo al que la invitó Julio Sánchez Cristo. ¿Era frecuente este tipo de reclamo de personajes del poder por sus denuncias en radio?

A lo largo de la carrera periodística uno recibe aplausos e insultos, reclamos y flores. El problema es que cuando vienen del Presidente de la República, y en medio de unas circunstancias en las que todo un equipo periodístico está amenazado y chuzado para que pare sus denuncias, los reclamos pasan a ser también claras amenazas. Yo lo respeto como presidente, pero sé que en el caso de las denuncias de La FM sobre corrupción en la policía, Santos no estuvo a la altura de un estadista, listo para defender la libertad de prensa. Prefirió defender a los cuestionados. Santos le queda mal a todo el mundo.

Por muy investigativo e independiente que quisiera ser su programa, trabajar para la organización Ardila Lulle le imponía, de una u otra forma, cierta censura ante algunos temas. Además del asunto de la Comunidad del Anillo, ¿en qué otro momento llegó a sentir esa presión?

La organización nunca me pidió que no publicara una noticia. El Gobierno me mandó las almendras con mi jefe para que yo supiera que el Gobierno estaba inconforme, y que se lo habían dicho a él. Estaban hablando con mi jefe sobre lo que les incomodaba de mi trabajo, para decirlo de manera más sencilla. Los negocios de la organización se vieron amenazados por las presiones de Santos y eso los hizo entrar en un ataque de nervios. Hoy estoy fuera.

Usted entrega al general Palomino material sobre la coacción que personas a su cargo querían lograr para que no se revelara la supuesta red de prostitución al interior de la Policía. ¿No le pareció ingenuo dar las pruebas a uno de los mayores implicados en el tema?

Ni ingenua, ni confianzuda. El tema era muy grave y fui periodista decente. Hablaba de corrupción, abuso, pero también de la sexualidad de unas personas. Entendí que era una mezcla compleja. Por eso le entregué al general las grabaciones. Se nota que nunca tuve mala intensión con él, ni con la policía. El equipo de La Fm y yo cumplimos con nuestra obligación e hicimos la denuncia.

Menciona que de las situaciones que más le duelen es que las chuzadas a los periodistas y el escándalo al interior de la Policía no han tenido continuidad. ¿Trabaja usted independientemente en estos casos?

El libro En honor a la verdad demuestra que seguí juiciosa en el tema. Lo demás tendrán que hacerlo la fiscalía y la procuraduría; que, por cierto, ya emitió un pliego de cargos contra el general Palomino y otros tres oficiales que eran de toda su confianza, justamente por el caso de la primera grabación en la que hubo presiones contra un denunciante que aseguró que Palomino supuestamente lo acosó sexual y laboralmente.

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Editorial: Ediciones B

Nº de páginas: 230

Precio: $42.000

El libro también recoge el ímpetu de colegas suyos que desaprobaron la publicación del video. ¿De quién o quiénes les sorprendió esta reacción?

No importa ya decir nombres. Lo importante es que en ese escándalo todo el mundo mostró sus dientes. El poder logró morderme. Afortunadamente sobreviví. Quedaron los verdaderos amigos y colegas, y el cariño inmenso de la gente. Eso es lo que veo cuando estoy en la calle. Gracias a Dios la gente del común sí entendió qué fue lo que hicimos como periodistas.

¿Tiene miedo, Vicky?

Más que miedo, espero que quienes querían mantener en secreto la corrupción en la Policía sean sensatos y entiendan que nunca más deben atentar contra nuestra integridad física o moral o la de nuestras familias. Y el país sabe quiénes son y quedarían al descubierto.

A estas alturas, luego de todo lo que ha pasado, ¿a quién le sigue creyendo?

A Dios, a las víctimas, a los miles de policías buenos, al amor de mi familia, al equipo con el que investigué el escándalo más grande de corrupción en la Policía y a mi compromiso con la búsqueda de la verdad como periodista.

¿Cuáles son sus futuros planes profesionales?

Por ahora quiero y deseo que la mayor cantidad de colombianos lea En honor a la verdad, para que sepan cómo actúa el poder cuando ve amenazados sus intereses, así estos no sean tan santos.

El presidente Santos dijo en estos días que Colombia es un país con libertad de prensa. ¿Qué le responde?

El presidente Santos sabe que su gobierno es intolerante con quienes lo critican. Pero además hay otras fuerzas en Colombia que no permiten que muchos periodistas sean libres para ejercer su trabajo. Yo le diría que mire las cifras de periodistas amenazados o asesinados por informar y denunciar, especialmente en las regiones, qué tal el secuestro de Salud y dos periodistas más de RCN y no vamos lejos, el caso del director de Heraldo, arrinconado por los mismos ejecutores de la justicia. ¡Eso no es libertad de prensa!

En nuestro caso, el gobierno Santos pidió mi cabeza a través de unos ministros quejosos que llegaron hasta donde mi jefe. Las almendras son la metáfora pintoresca y macabra de mi historia. El presidente no solo nos descalificó, si no que nos ridiculizó y nos puso en mayor riesgo. Este Gobierno va a tener que entender que nadie le cree que no han censurado periodistas. Todos debemos defender la libertad de prensa como tesoro de la democracia, sino ¡nos jodemos! excúseme la palabrota.

¿Cómo ve la libertad de prensa en el país en contraste con el panorama latinoamericano?

En América Latina ha habido casos extremos como los que se han presentado en Ecuador, Venezuela, México y Argentina. Los gobiernos no están para perseguir periodistas. Están para garantizar que el trabajo de prensa pueda desarrollarse libremente, así sea desde la crítica. Colombia ha tenido una larga y triste historia de periodistas asesinados o amenazados, especialmente por los grupos ilegales. Pero creo que hoy hay síntomas muy preocupantes de censura desde el Estado y eso es aterrador. La legalidad no puede amedrentar ni arrinconar la labor periodística. La libre expresión se pierde en las dictaduras, que Colombia no se convierta en eso porque perdemos todos. Mi solidaridad con Marco Schwartz y es penoso que en su caso sean magistrados los que tengan acciones tan mezquinas. Nada van a ganar con llevarlo al arresto, porque ellos igual ya quedaron en evidencia, la gente no es boba.