Platanillos de la Sierra y Vendedora de ilusiones son dos obras que revelan el sentir caribe y en estos momentos hacen parte de la Bienal Internacional de Toluca, México, denominada ‘El color se mueve, arte correo-mail art’. Esas acuarelas están firmadas respectivamente por los samarios Zarita Abello y Hubert Guardiola.
La muestra, en pequeño formato, está desplegada en el Museo de la Acuarela de Toluca 'espacio que convoca a los mejores acuarelistas del continente. Se trata del segundo espacio museal más importante de México, con ocho salas de exposición, luego del Museo Nacional de la Acuarela Maestro Guati Rojo', señaló Zarita Abello, directora del Museo de Arte Contemporáneo Quinta de San Pedro Alejandrino, de la ciudad de Santa Marta.
En la bienal participan 84 artistas de numerosos países. En razón a que la exposición se denomina ‘El arte correo-mail arte’ está vinculada a 'un movimiento planetario de intercambio y comunicación a través del medio postal, donde la acuarela brinda su principal cualidad, la creación de diferentes planos con capas de color diluidas; como también la posibilidad de crear una obra con cierta espontaneidad de pigmentos sobre el papel mojado. El resultado: una postal única e irrepetible'.
Las obras de la bienal —que estarán expuestas hasta el 23 de marzo— entran a formar parte del inventario del Museo de la Acuarela de Toluca, creado en el año 1993 y que funciona en un edificio que data del año 1916, considerado entre los más antiguos de la ciudad.
Samarios. Vinculados estrechamente con el medio cultural del departamento del Magdalena, los dos artistas samarios que participan en la bienal mexicana han presentado a lo largo de su carrera exposiciones a nivel nacional e internacional.
Hubert Guardiola es docente y tiene entre sus muestras recientes la denominada ‘Nada es suficiente’, que en opinión de la curadora Stefannia Doria, 'a través de insinuaciones pictóricas se proyecta en diferentes formatos y pinceladas con tintes expresionistas que van de lo líquido a texturas más profundas y gruesas'. Zarita Abello de Bonilla, acuarelista y grabadora, con 17 exposiciones individuales, tuvo el año pasado un encuentro vital en la ciudad de Ibagué, capital del departamento del Tolima, donde estudió artes plásticas y donde conoció a su esposo, el ingeniero agrónomo Luis Alfredo Bonilla, con quien aprendió de manera especial a apreciar las riquezas del reino vegetal y animal, sentimientos que, aunados a investigaciones científicas, plasma en sus obras, entre ellas al proyecto José Celestino Mutis.