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La agrupación musical sufrió un accidente cuando viajaba en una embarcación hacia Panamá, en momentos en que se hundía la lancha, tuvieron que utilizar sus instrumentos para pedir ayuda a una comunidad en tierra firme.

A punto de morir ahogados estuvieron los integrantes de la banda musical 13 de Enero, de Canalete, Córdoba, quienes habían emprendido un viaje mar adentro con destino a Colón, Panamá, donde tenían una presentación.

El suceso fue dado a conocer en la mañana de este domingo 17 de julio, horas después de que la embarcación en la que se movilizaban los músicos chocó contra un cayo, en cercanías a una pequeña isla conocida como Tortuga.

La situación fue narrada por el maestro Hernán Contreras, director de la banda, quien asegura que, aunque se perdieron algunos elementos materiales, todos los miembros de la agrupación se encuentran en buen estado de salud y destacó que la música además de ser su sustento económico, en esta ocasión también fue el 'salvavidas' que les permitió llegar a tierra firme en medio de la noche y del mar embravecido.

'Luego del accidente quedamos atravesados en el cayo, eso es algo que casi no se ve y mucho menos a esa hora de la noche. Todos quedamos aferrados alrededor del bote con tal de que las olas, que pegaban muy duro, no nos sacaran y nos perdiéramos en el mar', dice el director musical, en tono reflexivo, mientras graba el video en modo selfie, con el que trata de enviar un parte de tranquilidad a sus seres queridos.

Narra que a poco menos de un kilómetro de donde se produjo el choque está ubicada una isla que es habitada por una comunidad indígena, a quienes le pidieron auxilio a gritos e incluso hasta con música.

'La lancha se estaba hundiendo y con ella nosotros. A lo lejos veíamos unos foquitos, pero por más que gritábamos, nadie venía a ayudarnos, entonces se me ocurrió que sacáramos los instrumentos, y empezáramos a hacer bulla para que la gente supiera que se trataba de músicos', dijo.

Fue en ese momento cuando las trompetas, los redoblantes y el bombo comenzaron a sonar, quizás no con las melódicas notas que acostumbra a escuchar el público amante de este género musical, pues en ese momento las olas manejaban el ritmo, y la angustia era el metrónomo que marcaba el compás.