Todos los sueños e ilusiones que inflaban de motivación al cadete cordobés Fernando Alonso Iriarte Agresoth, de 19 años, fueron borradas por la explosión terrorista en el interior de la Escuela General Santander, en Bogotá, donde el joven voleibolista había llegado becado tras destacarse en el deporte.
Apenas era un estudiante al grado de teniente de la Policía Nacional, y ya había sido merecedor de una condecoración que recibiría el mismo día de la explosión que acabó con su vida y la de otras 20 personas, entre las que se encuentra uno de los autores materiales del hecho, ocurrido en la mañana del fatídico jueves 17 de enero del 2019.
El cadete Iriarte Agresoth había llegado becado a la institución usando muy bien cada una de las cualidades impresas en su genética, y en su primer año ya había logrado ser campeón liderando el equipo de la Escuela General Santander, en el torneo interligas de la Policía.
Pero no era la primera vez que ‘Nando’, como le decían de cariño sus amigos, saboreaba las mieles del triunfo. Años antes, durante el bachillerato, había sido campeón durante dos veces consecutivas en los grados 10° y 11°, en los juegos intercolegiados de San Bernardo del Viento.
Se graduó de bachillerato en la Institución Educativa Enrique Olaya Herrera, y su capacidad de definición en el deporte lo llevó a ocupar un puesto en la selección Córdoba, jugó con la Selección Colombia Juvenil y también en la liga del departamento de Bolívar, donde fue descubierto por un caza talentos de la Policía que le ofreció una beca para que hiciera parte de la institución. Recientemente había sido llamado a la selección Colombia de mayores.
Una muestra de ese ADN que lo destacó en muchas de las facetas de su corta vida, es el mismo que usan las autoridades para poder identificar los restos mortales, de entre los que recuperaron los peritos forenses tras la explosión de la camioneta Nissan Patrol modelo 1993, de placas LAF- 565.
Las esquirlas de la explosión hirieron el corazón de la familia Iriarte Agresoth, en el barrio San Francisco, en la calle 6 n° 5 - 13, en el casco urbano de San Bernardo del Viento, en la subregión del Bajo Sinú, en Córdoba.
Una luz que se apaga
'Mi sobrino brillaba mucho. Lástima que se apagó esa llamita. Tantas cosas por las que yo pasé durante mis 17 años de servicio en la institución, y mira cómo muere ‘Nando’. De una manera lamentable, a dos meses de graduarse como teniente, ese día recibía una condecoración por una medalla que se ganó jugando con el equipo de voleibol de la Escuela General Santander', dice Carlos Agresoth, tío del cadete desaparecido.
La vocación de servicio impresa en cada molécula de Fernando Iriarte, lo llevó a desear integrar la guardia presidencial. 'Después que le ofrecieron ingresar a la Policía, me dijo que aceptó por mí, porque me veía en los videos cuando yo fui parte del esquema de seguridad de Álvaro Uribe Vélez, cuando fue presidente. Eso le gustó a mi sobrino y me decía que ahora él iba a ser parte del esquema de seguridad del presidente Iván Duque', recuerda con cierta ironía.
Lo que los familiares han podido conjeturar, tras escuchar versiones, es que el día del atentado, el Cadete cordobés se encontraba en formación junto con sus compañeros, pero cuando escucharon los disparos rompieron la formación para refugiarse de las balas. 'Él no estaba armado, solo tenía una tonfa (bastón policial). Corrió para refugiarse de las balas pero en su intento se topó con el carro que explotó', explica de manera escueta el adolorido tío.
Buscando su lugar
Los anhelos por salir adelante habían llevado a Fernando Alonso Iriarte a recorrer varios caminos en busca de oportunidades. 'Primero fue ciclista y entrenaba duro, pero luego notó que había muy poco apoyo y comenzó a jugar voleibol', indicó el familiar.
Rodolfo Cavadía Ortiz, amigo de infancia y un hermano de vida, manifestó: 'Nosotros crecimos juntos. La Policía era el medio que Nando había encontrado para realizar sus sueños y estaba contento. Él tenía pensado ayudar a su familia. En diciembre pasamos el fin de año juntos y estaba contento porque lo iban a condecorar'.
Cavadía Ortiz y el cadete Fernando compartieron aulas y jugaron voleibol en el mismo proceso deportivo iniciado en el municipio. 'Jugamos voleibol juntos en el pueblo, hicimos parte del mismo proceso. Jugamos en la selección de San Bernardo del Viento y también en equipos de barrio. Él era el que remataba, porque tenía estatura y sabía hacer jugadas', recuerda con admiración.
El cadete Iriarte Agresoth era hijo de Gregoria Agresoth y de Fernando Iriarte. Mayor de tres hermanos, soltero y sin hijos. Sus familiares esperan los resultados de Medicina Legal, mientras que amigos y vecinos los rodean en su casa junto a sus abuelos y demás familiares.