No es fácil tener una pasión, tampoco es fácil alimentarla, toma años, disciplina, y esfuerzo, pero no podemos olvidar que lo más cercano al fracaso es el abandono, no podemos abandonar la idea de identificar lo que nos apasiona, nos inspira y nos motiva, si lo hacemos.
Hay instantes sin retorno, en ellos encontramos que el miedo nos ha ganado algunas partidas de la vida, el miedo está acostumbrado a ganar, pero no se trata de ganar, es mucho mas interesante el placer que la victoria.
Vivimos en un mundo de fantasmas y de fábulas donde gobierna todo lo que pueda parecer ser cierto, con eso es suficiente, hay una ausencia de verdad mayúscula que habita en cada uno, nada es reparable si no se hace de manera individual, pues mentir solo va dirigido a otro, uno no se miente a sí mismo, el mentiroso siempre sabe a consciencia sobre sus falsedades.
El Kawaii está en todo y ha generado una economía circular incalculable: trenes y aviones pintados, diarios noticiosos diagramados, revistas, electrodomésticos, barreras de contención de proyectos de construcción, marcas de cadenas de restaurantes, juguetes, todo intervenido con estas figuras coloridas de animalitos y niños en diálogo y conversación.