Gabo no se queda atrás. Se cumple una década de la muerte en México de Gabriel José de la Concordia García Márquez. Esto es, 10 años sin Gabo. Pero también se conmemora la publicación de algunas de sus novelas: 30 años de Del amor y otros demonios, 20 de Memoria de mis putas tristes. 2024 será también el año de la publicación de su novela En agosto nos vemos.
En el último intento, casi a media mañana, antes de emprender el regreso, el niño sacó del fondo del río una vieja copa de plata con un labrado en alto relieve. La limpió de algas, de una gruesa pátina de verdín y la contempló maravillado. Fue entonces cuando el niño escuchó una voz ubicua que brotaba del Grial, o al menos eso es lo que dicen los viejos palabreros del viejo puerto.
Para mí, diciembre es en esencia el eco de la infancia. Es el olor a pintura fresca, la brisa que remonta las cometas, el patio ancestral donde crecí. Diciembre es la música en la distancia, también bajo el níspero, la voz de Celia, de Héctor, de Joe, el fragor de una cancha de fútbol, el sancocho en el fogón de leña, el beso furtivo con sabor a ron con pasas de la primera novia.
Es preciso revisitar a Lorca, sin duda; no en su tumba sin nombre, sin huesos y sin epitafio, sino en el milagro vital de su poesía, en la sonoridad de sus versos entre cultos y populares, en las imágenes recurrentes de su escritura, en el relumbrar enigmático de sus puñales, en el galope de los caballos bajo la luna.