Es evidente que el recaudo de 2022 superará al de 2021 en un monto que oscila entre $52 y $63 billones y a la última proyección para el año en entre $29 y $40 billones. Esto es fruto en alto grado de la reforma tributaria de 2019, particularmente porque la factura electrónica ha incorporado sumas ingentes al torrente tributario y ha facilitado la gestión de la DIAN. Reforma que seguirá acrecentando el recaudo al empezar a operar ahora las figuras del documento equivalente electrónico y de los acuses a facturas de crédito, lo que permite vaticinar que el incremento de los recaudos será también muy alto en 2023. Asumiendo apenas un 15% de aumento, el recaudo excederá $260 billones en 2023, casi duplicando el de 2018.
Nuestro Pacífico ha sufrido el perenne abandono del centralismo estatal, y la participación del presidente Petro en la cumbre de Yumbo alienta la esperanza de que, por fin, el Estado se haga presente en la región con inversiones serias en vías de comunicación, en salud y en educación. Pero hay algo de aún mayor trascendencia que también debe ser arreglado para que la región progrese: su modelo de desarrollo.
Para disponer de los ingentes ingresos generados por el enorme incremento que se está dando en los ingresos tributarios, sumados a los que vendrán de la brutal reforma tributaria prometida, bastará el cumplimiento de las dos leyes que en 1955 publicara el profesor C. Northcote Parkison: “El trabajo se expande para llenar el tiempo disponible para completarlo” y “Los gastos crecen para alcanzar los ingresos”.
En otros términos, en 2020 Colombia emitió 84 millones de toneladas de CO2, o sea 230.000 toneladas diarias. En ese lapso, el mundo emitió 38.400 millones, 105 millones por día, lo que quiere decir que Colombia emite alrededor del 0,22% de lo que emite el mundo.