Pero también son arrogantes los políticos que pregonan el cambio, de pronto porque el resto del país extremadamente de derecha, ni siquiera los mira. Esos ponen a los pobres de primero y obviamente los ricos se sienten tan amenazados que insultan públicamente a quienes no afirman que detendrán a quienes representan esta tendencia.
Esta es una invitación para que desde ya analicemos muy bien a quien le entregaremos el poder que tienen los votos. Y pensemos en esos millones de compatriotas en las zonas pobres y marginales de nuestras ciudades; en esas poblaciones rurales que viven en el siglo XIX, y no aplacemos más su futuro votando por aquellos responsables del atraso de zonas amplias de nuestros departamentos.
Se mirará con mucha atención su desempeño y entrarán a ejercer sus funciones parlamentarias con una inmensa brecha de credibilidad que será difícil de superar. ¿Reaccionarán? Difícil, pero ojalá. Para no quedar tan mal por lo menos algunos de nosotros abramos este debate.
Un líder no se queda en proponer palabras, deshilvanadas, sin hilo conductor, sin saber a qué tipo de sociedad se refiere, con que otras variables se relaciona, y cómo se logra cambiar estas penosas realidades en que vivimos. Pero de eso, de contexto actualmente, de nuevo nada, pero nada de nada.