Ser maestro no es simplemente preparar o memorizar una lección para luego entregarla a los alumnos como si fuera un cuerpo inerte.
En ese territorio que debería ser declarado de nadie, ninguno de los horrores que ocurren pueden seguir pasando.
La cotidianidad se encarga de mostrarnos de todas las formas posibles que, allende las palabras o las ideas pragmáticas, todo es complejo.
Pensar en el Juramento Hipocrático aplicado a esta historia de una farsa que bien pudo haber puesto en peligro la vida de quién sabe cuántas personas sería más que equivocado.