Compartir:

No pudo ser más errada, inoportuna y desafortunada la frase del presidente Gustavo Petro, ante los asistentes al pacto por la democratización del crédito solidario, evento que se llevó a cabo en la sede la Cámara de Comercio de Bogotá, el pasado viernes.

Le recomendamos: Proteger la biodiversidad, el tema central que se discutirá en la COP16

“Me van a caer rayos y centellas –afirmó Petro–. Menos mal la procuradora y el fiscal ya se fueron. Le vamos a comprar al campesinado del Micay sus cosechas de coca, mientras aparece la economía lícita”.

Se trata de una frase errada, inoportuna y desafortunada porque Petro no la pudo pronunciar en un peor momento, precisamente el día en que la ONU dio a conocer su informe anual sobre cultivos ilícitos en el país.

De acuerdo con la ONU, el año pasado Colombia aumentó en un 10 por ciento el área sembrada de cultivos de hojas de coca, llegando a tener en la actualidad 253.000 hectáreas.

Al aumentar el número de hectáreas sembradas de hojas de coca, obviamente se disparó la producción de cocaína, hasta el punto de que volvimos a ocupar el deshonroso y vergonzoso primer lugar en el mundo, alcanzando una producción de 2.664 toneladas el año pasado. El aumento fue del 53 por ciento por hectárea cultivada. Una barbaridad.

Es decir, mientras Petro ofrecía a manos llenas incentivos a los cultivadores de hojas de coca –a quienes informó que su gobierno les comprará la cosecha, en El Plateado, Cauca– la ONU revelaba que el país está inundado como nunca antes de coca y por consiguiente la producción de cocaína también está por las nubes.

Con el anuncio de Petro, los grandes beneficiados serán –¡qué duda cabe!– alias Iván Mordisco y también los carteles narcotraficantes mejicanos, que son quienes financian los cultivos de hojas de coca en buena parte del país, especialmente en El Plateado y el Cañón del Micay, Cauca.

Son ellos quienes están detrás de los campesinos, les prestan la plata para que siembren hojas de coca y luego les compran la cosecha, mientras se cobran el “préstamo” por la derecha. Ahora Petro les dice a estos narcotraficantes –que utilizan de mampara a los campesinos– que les comprará la cosecha de coca. ¡El Estado financiando narcotraficantes, lo que faltaba! La gran paradoja en el caso de Iván Mordisco es que por un lado lo combate, mientras que por el otro lo financia.

No puede haber negocio más redondo para estos criminales, quienes recibirán “plata limpia” por parte del gobierno colombiano, producto de nuestros impuestos, a cambio de vender su cosecha de cultivos ilícitos. Mejor “lavadero de plata” no pudieron encontrar las organizaciones narcotraficantes.

Le sugerimos leer: La financiación de objetivos climáticos será un punto crítico en la COP 16: Minambiente

Petro pretende curarse en salud al afirmar que la compra de la coca se hará “mientras aparece la economía lícita”. Lo malo es que la “economía lícita” no aparecerá. Nunca aparece, como no apareció en el Catatumbo, donde Petro también probó este experimento fallido de “comprar coca”.

La triste realidad es que hoy en el Catatumbo hay más coca sembrada, más cocaína producida y más personas asesinadas, porque la coca no trae paz y tranquilidad, sino violencia y crímenes. Hoy en el Catatumbo siguen mandando los carteles narcotraficantes, quienes continúan esclavizando a los campesinos cocaleros. Todo ello, mientras la población sigue esperando que “aparezca” la economía lícita prometida por Petro.

¿Qué hacer ante la disparada de cultivos de hojas de coca y de producción de cocaína? ¿Está Petro fomentando el cultivo y la producción de cocaína en el país?

Colombia está nadando en coca

El demoledor informe de la ONU se veía venir. Es más, llegó tarde. Y la razón es muy simple: mientras el Gobierno nacional no haga nada por erradicar los cultivos de hojas de coca en todo el país, el número de hectáreas cultivadas crecerá de manera exponencial, que fue lo que sucedió.

Desde que llegó Petro a la Presidencia se suspendió de manera definitiva la aspersión aérea de los cultivos de hojas de coca con glifosato, en cumplimiento de un mandato de la Corte Constitucional, que prohibió su uso en la aspersión aérea de cultivos ilícitos por posibles efectos cancerígenos en la población.

Pero Petro también ordenó suspender la erradicación manual de los cultivos ilícitos. Es decir, ni por aire ni por tierra el gobierno combatió la erradicación de cultivos ilícitos. La gran apuesta del gobierno para combatir el narcotráfico fue la interdicción aérea, marítima y terrestre, pues esta no afecta al campesino que cultiva –que es el eslabón más débil de la cadena–, sino a los traficantes, que son quienes manejan el criminal y multimillonario negocio.

No obstante, Petro perfectamente pudo hacer las dos cosas: incrementar la erradicación manual y aumentar la interdicción. Prefirió lo segundo y los resultados del informe de la ONU indican que se trató de una decisión equivocada. Hoy Colombia está nadando en coca. Punto.

Incautar droga sin erradicar coca, ni eficaz ni eficiente

Todos los días aparecen en el país noticias sobre incautación de cargamentos de cocaína por parte de las autoridades. Cada incautación es celebrada por el Gobierno nacional, con Petro a la cabeza, con bombos y platillos, como si se tratara de una medalla de oro olímpica. La realidad indica y los resultados muestran que incautar sin erradicar ni es eficaz, ni resulta eficiente.

La razón natural indica que mientras haya más coca sembrada y más cocaína producida habrá más droga incautada, sin que ello afecte los increíbles márgenes de utilidad del criminal negocio. ¿Qué sentido tiene incautar dos tonelada de cocaína en altamar, si al tiempo salen 10 o 12 toneladas por los aeropuertos? Mientras los cultivos de coca y la producción de cocaína estén disparados, la incautación crecerá, obviamente, pero el negocio no se afectará. Es así de simple.

Desde que Petro llegó a la Presidencia, Colombia ha sido abanderada de un cambio radical en la lucha antidrogas en el mundo. De hecho, la propuesta de Petro es por la legalización, más que por la criminalización. Pero mientras la comunidad internacional no esté en la misma sintonía, Colombia deberá continuar con las directrices que fijan quienes sostienen económicamente la lucha contra las drogas, concretamente Estados Unidos, el gran aliado del país en ese frente. De hecho, al país siguen llegando aeronaves donadas por el ‘Tío Sam’ para la lucha contra las drogas, sin que Petro se oponga.

Le podría interesar: “Nerviosos estamos todos para que no pase nada malo”: Petro sobre inicio de la COP16

El talante autoritario y déspota de Petro, no acepta vigilancia, ni control

“Menos mal la procuradora y el fiscal ya se fueron”, declaró Petro, al tiempo que anunciaba la compra por parte del gobierno de la cosecha de coca en El Plateado, Cauca, en pleno cañón del Micay. Esa frase –destemplada, inoportuna y desafortunada– muestra el talante autoritario y déspota de Petro, quien –está visto– detesta cualquier tipo de vigilancia y control. Pero, además, en el caso de la procuradora Margarita Cabello, a Petro le pudieron las ganas, porque su mandato aún está vigente, aunque haya sido elegido su sucesor.

Margarita Cabello sigue siendo Procuradora General, aunque Petro la quiera despedir antes de tiempo. Mientras sea Procuradora en ejercicio, Petro y sus funcionarios deberán no solo tenerla como interlocutora, sino acatar sus decisiones. Una cosa es que Petro se crea el jefe de procuradores y fiscales y otra muy distinta es que lo sea. Así también lo deben tener claro, tanto la fiscal general, Luz Adriana Camargo, como el electo procurador, Gregorio Eljach. En Colombia, como en todo sistema democrático, existe la separación de poderes y todos deben acatar sus directrices y mandatos, empezando, obviamente, por el presidente de la República.

¿Cocalombia?

Las cifras del informe de la ONU sobre el incremento de cultivos ilícitos en Colombia es demoledor. Veamos algunas de ellas: En el año 2014 habían sembradas en Colombia 69.132 hectáreas con hojas de coca, el año pasado esa cifra pasó a ser de 253.000 hectáreas. Desde entonces él área cultivada de hojas de coca no ha parado de crecer. Solo en dos años (2018 y 2020) mostró un leve descenso. En los dos años de Petro hasta el momento (2022-2024) la cifra pasó de 230.028 a 253.000. Colombia está nadando en hojas del coca. Punto.

Pero la producción de cocaína también se disparó, lo que hace aún mayor el desastre. Desde el 2019, hasta el 2023, la producción de cocaína mantiene un incremento sostenido, siendo mayor en los dos años del gobierno Petro: 1.738 toneladas en el 2022 y 2.664 toneladas en el 2023. A mayor aérea sembrada de hojas de coca, mayor producción de cocaína. Tan simple como dramático.