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La entomofagia es el consumo de insectos por los seres humanos. Se practica en muchos países de todo el mundo, pero principalmente en regiones de Asia, África y América Latina.

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Y es que más de 1.900 especies de insectos son comestibles. Por eso, en Colombia están investigando la posibilidad de usar ciertos insectos como parte de la alimentación.

Esta es una tendencia que crece en el mundo. Algunos de estos animales tienen más porcentaje de proteína que la carne de res y producirlos cuesta menos.

La mosca soldado-negra (Hermetia illucens) es un insecto que, antes de volar, vive en forma de larva y se alimenta de residuos orgánicos como el estiércol de algunos animales, restos de comida y cáscaras.

Esto hace que sea fácil reproducirla por millones en pequeñas canastas de plástico hasta que puedan ser aprovechadas como alimento para las tilapias.

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La iniciativa, llamada Insectos para la Paz, ya trabaja con grupos de excombatientes y pequeños agricultores en otras regiones del país.

También, cuenta Karol Barragán Fonseca, coordinadora del Centro de Investigación de Artrópodos Terrestres (CINAT), que han aprendido a aprovechar los residuos que dejan las larvas luego de alimentarse y que pueden servir como abono para cultivos de las mismas comunidades.

Como la mosca soldado-negra, en varios países los insectos están llamando la atención por su potencial alimenticio para la crianza de animales.

Sin embargo, al pensar en tener un insecto en su plato de comida, es posible que la primera sensación que tenga sea de desagrado.

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En la Amazonía y el Caribe, por ejemplo, se come mojojoy, el nombre que reciben las larvas de varios escarabajos que parasitan especies de palma nativas. Y en Santander es usual encontrar hormiga culona (Atta laevigata) tostada y empacada a la orilla de las carreteras o en las plazas de mercado.

La sensación de comerse una hormiga culona recién tostada podría asemejarse a la de comer frutos secos como el maní o el pistacho, de no ser por un relleno blando y de textura arenosa en gran parte del insecto.

En Colombia habría que desarrollar una infraestructura de producción similar a la que hoy tienen para la comercialización de carne, que cuente con procesos estandarizados de higiene, transporte y manipulación.

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El encargado de regular esa producción de insectos sería el Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima). En 2018, a solicitud de la empresa Arthrofood, la sala especializada de alimentos y bebidas de esa entidad emitió un concepto asegurando que “el producto ‘harina de grillo’ de la especie Gryllodes sigillatus puede ser empleada como ingrediente alimentario”.

Si bien es un buen síntoma sobre el avance de la investigación y la producción en el país, hace falta un listado formal en el que se indiquen las especies que podrían utilizarse para este aprovechamiento.