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Aunque el amoníaco de los desechos de las vacas no contribuye directamente al cambio climático, cuando se filtra en el suelo se convierte en óxido nitroso, el tercer gas de efecto invernadero más contaminante. Para evitar este daño indirecto, en una granja de Alemania han enseñado a las vacas a ir al baño.

El objetivo es simple: evitar que se acumulen y propaguen por el suelo los residuos de los desechos de las vacas, heces y orina que combinados generan amoníaco, un gas que contamina el suelo y los cursos de agua locales.

El amoníaco producido en los desechos de las vacas no contribuye directamente al cambio climático, pero cuando se filtra en el suelo los microbios lo convierten en óxido nitroso, el tercer gas de efecto invernadero más importante después del metano y el dióxido de carbono. La agricultura es la mayor fuente de emisiones de amoníaco, y la ganadería representa más de la mitad de esa contribución.