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Los ratones, los macacos, los hurones o los cerdos son 'imprescindibles' para avanzar en la investigación sobre el coronavirus y asegurar la eficacia y la seguridad de los productos (fármacos o vacunas) que servirán para superar la COVID-19; un uso ineludible sometido a un estricto armazón legal y ético.

La experimentación con animales está supeditada en Europa a la validación por parte de comités éticos e independientes para conseguir la autorización, y la comunidad científica considera que es 'indispensable' en todo el desarrollo pre-clínico de tratamientos o de vacunas.

Así lo han expresado a EFE responsables de la Asociación Europea de Investigación con Animales (EARA) y de la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE), que impulsó en 2016 el Acuerdo de Transparencia sobre el uso de animales en experimentación científica, al que se han adherido ya unos 150 centros de investigación españoles que informan de por qué y para qué usan animales vivos.

Los ratones juegan un papel esencial en el desarrollo de la vacuna y de medicamentos contra la COVID, y aunque los comunes no son susceptibles de contraer la enfermedad, sí lo son cuando son modificados genéticamente por los investigadores; y los hámsteres son un buen modelo para conocer el efecto del virus en los pulmones.

Los monos tienen un sistema inmunológico muy similar a los humanos y están siendo utilizados en muchos laboratorios del mundo; los hurones muestran síntomas muy parecidos a las personas y su fisiología pulmonar es también similar a la humana, y pueden además -como las personas- propagar el virus a través del aire.

Los cerdos se están usando para testar vacunas y ayudar a los científicos a comprender si son seguras antes de probarlas en humanos, y se han utilizado también para probar la eficacia de los ventiladores o respiradores que se diseñaron de forma apresurada para tratar de cubrir la creciente demanda en los hospitales.

Un uso extraordinariamente regulado

'Gracias a que existen modelos animales para esta infección (por el SARS-CoV-2) se va a poder avanzar más rápido en determinar la seguridad, la eficacia y viabilidad de tratamientos antivirales, anti-inflamatorios y con anticuerpos frente a la COVID-19, así como desarrollar nuevas vacunas preventivas con criterios de seguridad y eficacia', ha corroborado a EFE la Comisión para el Estudio del Uso de Animales en Investigación Científica de la COSCE.

Desde esta Comisión han incidido en que la experimentación animal está 'extraordinariamente regulada' y en que sólo se puede realizar cuando no existen medios alternativos, siempre por personal capacitado, en centros registrados y tras obtener los permisos correspondientes.

El adecuado cuidado de los animales durante el confinamiento fue una de las prioridades de todos los centros de investigación, ha destacado esta organización, que ha explicado que para asegurar ese cuidado y ajustarlo a la necesaria reducción de personal en la mayoría de los centros se limitó la cría de nuevos animales y la expansión de 'linajes' especiales que no fueran esenciales o no tuvieran relación con la investigación de la COVID.

Y ha aclarado también que en algunos casos, cuando había animales destinados a experimentos que no se iban a poder realizar, y para no comprometer el cuidado de otros, sí se han tenido que sacrificar ejemplares. Por otra parte, los experimentos que no estaban iniciados se suspendieron para no saturar los animalarios.

Eutanasias puntuales durante el confinamiento

'La seguridad laboral y el bienestar de los animales ha sido lo más importante', ha manifestado a EFE Sergi Vila, representante en España de la Asociación Europea de Investigación con Animales (EARA), y ha insistido en que esos cuidados han estado garantizados y en que se pararon los cruces de animales para limitar el tamaño de las colonias.

Vila ha apuntado también que 'sólo en casos puntuales se ha decidido la eutanasia humanitaria' porque el experimento estaba ya comprometido.

El representante de esta organización ha subrayado que los animales han sido modelos a lo largo de la historia para dar respuesta a muchos desafíos, y ha precisado que aunque hoy se plantean otras alternativas (experimentos con células, 'biochips' o inteligencia artificial) 'surgen nuevos retos para los que no tenemos respuesta y los animales nos pueden ayudar en gran medida'.

Ha defendido en ese sentido el concepto de 'Una Salud' (One Health) que se impone en el mundo y que implica que la salud humana, la de los animales y la del medio ambiente están estrechamente ligadas; 'necesitamos de todos los actores para responder ante situaciones globales'.

Firme defensora de la transparencia, y de que la sociedad conozca por qué y para qué se investiga con animales, la EARA ha publicado un 'mapa colaborativo' que permite visualizar la investigación de la COVID con animales vivos que se realiza en todo el mundo.

Tanto la COSCE como la EARA han coincidido en la necesidad de usar animales en la investigación para mejorar la vida de las personas, en que muchos avances (en cáncer, diabetes, sida, parkinson y enfermedades coronarias o respiratorias) no habrían sido posibles sin ellos, pero también en la importancia de hacerlo siempre bajo estrictas y exigentes normas legales y éticas.