Los ingredientes de la vida en Marte
Todavía no sabemos si Marte albergó algún tipo de vida, pero gracias a un pequeño robot estadounidense de seis ruedas sabemos que el planeta rojo ha sido habitable.
Poco después de posarse sobre la superficie marciana el 6 de agosto de 2012, el rover Curiosity descubrió piedras, una nueva evidencia de que por allí fluyeron ríos hace miles de millones de años.
Las pruebas se han multiplicado: hubo mucha agua en Marte, aguas termales, lagos, tal vez océanos.
Curiosity también encontró lo que la NASA llama los 'componentes básicos para la vida', moléculas orgánicas complejas, en 2014.
Los científicos pasarán ahora a la siguiente pregunta: ¿ha habido realmente vida en Marte? Dos nuevos robots se lanzarán hacia mediados de 2020, el estadounidense Mars 2020 y el europeo Rosalind Franklin, para, quizás, desenterrar microbios antiguos.
'La ciencia espacial de la próxima década estará dominada por la Luna, Marte y los asteroides', dice Emily Lakdawalla, de la Planetary Society. Ella espera que las agencias espaciales decidan ir a explorar los confines olvidados del Sistema Solar, Venus, Urano y Neptuno, para la década de 2030.
El cosmos se revela
Durante largo tiempo, la humanidad creyó que habitaba un sistema solar apartado. Un telescopio espacial llamado Kepler, lanzado en 2009, ha permitido descubrir 2.300 planetas en sistemas vecinos, conocidos como exoplanetas, y los astrónomos estiman que probablemente haya uno por estrella, o sea, miles de millones. El sucesor de Kepler, TESS, fue lanzado por la NASA en 2018.
¿Qué esperar de la década que está por empezar? Análisis finos de las atmósferas de estos exoplanetas para descubrir quizás cuáles albergan vida, sugiere Tim Swindle, director del laboratorio de estudios planetarios de la Universidad de Arizona.
Los terrícolas también tuvieron acceso este año a la primera imagen de un agujero negro, producida por el proyecto Event Horizon Telescope. Su director, Shep Doeleman, promete para la próxima década la primera película de un agujero negro. 'Imaginen ver evolucionar un agujero negro en tiempo real', dice.
Pero un evento ha marcado sin duda la década más que el resto: la primera detección, el 14 de septiembre de 2015, de ondas gravitacionales. Dos agujeros negros se fusionaron en un remolino hace 1.300 millones de años, una colisión tan poderosa que propagó en el resto del cosmos ondas que contraen y expanden el espacio, viajando a la velocidad de la luz, y que finalmente llegaron a la Tierra esa mañana. Einstein tenía razón. Tres pioneros de las instalaciones LIGO y VIRGO fueron galardonados con un Nobel en 2017 por esta y una decena de otras detecciones desde entonces.
En cuanto al origen y la composición del Universo, los cosmólogos continúan debatiendo. La materia oscura, invisible, que constituye la gran mayoría del Universo, sigue siendo uno de los mayores enigmas. 'Nos morimos de ganas de saber qué es', explicó en octubre el cosmólogo James Peebles, ganador del Nobel de física 2019.
Tijeras moleculares Crispr
En biomedicina, hay un antes y un después de Crispr. 'La modificación genética por Crispr está por lejos a la cabeza', dice el premio Nobel de Medicina 2019, William Kaelin, cuando se le preguntó sobre los descubrimientos de la década.
Antes de que Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna descubrieran y manejaran un mecanismo molecular llamado Crispr/Cas9, modificar el genoma era una tarea laboriosa y costosa. El sistema que ellas describieron en la revista Science en junio de 2012 es más simple, más eficiente y programable para cortar el ADN en un lugar determinado.
'Imbatible', resume Kiran Musunuru, de la Universidad de Pennsylvania.
Las dos investigadoras han sido ampliamente galardonadas: el Breakthrough Prize (2015), el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica (2015) y el Premio Kavli para las Nanociencias en Noruega (2018).
La técnica aún está lejos de ser infalible y hace temer por los aprendices de brujo, como el científico chino que causó un escándalo al probarlo en embriones humanos que se convirtieron en dos gemelos, a pesar de los riesgos.
Pero Crispr ahora está en todos los laboratorios. William Kaelin prevé una 'explosión' de su utilización para curar enfermedades.