Cada vez que José Luis Uriana mira al cielo le asombra que algo tan pequeño que hizo junto a sus compañeros de estudios en una ranchería de La Guajira haya sido enviado al espacio. 'Yo supe que allá estuvieron las celdas solares que hicimos, pero aún no lo creo', afirma el joven wayuu que hasta el año pasado fue estudiante del colegio Ricardo Gómez de la ranchería Ishipa, ubicada en la vía entre Riohacha y Maicao.
Uriana hizo parte del proyecto desarrollado por la corporación Del Laboratorio al Campo (DLC), una entidad sin ánimo de lucro conformada por colombianos entrenados en las ciencias básicas, aplicadas, médicas y sociales, ingenierías, innovación social y arte, quienes apoyan desde su conocimiento y su gestión a jóvenes de las regiones más vulnerables de Colombia.
El joven de 23 años dice que apenas termine el bachillerato quiere estudiar enfermería y reconoce que le encanta la investigación. 'Me gustaría ser como los que nos visitaron', asegura en tono bajo y en el poco español que sabe, ya que su lengua es el wayuunaiki.
José Luis, criado por sus abuelos y tíos tras la muerte de su mamá, dice que ellos los apoyan para que estudie, pero también, dice que le gustaría que la ciencia llevara bienestar a su comunidad, 'para tener agua potable y que los niños no tengan que caminar horas para ir a estudiar'.