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'¿Bolsa?', es una pregunta que en los últimos años escuchamos recurrentemente en nuestro país al momento de hacer una compra. El motivo no es otro que el de contribuir al medio ambiente —más allá del costo que tiene cada una a modo de impuesto— y así aportar desde pequeños cambios al futuro de nuestro planeta.

Muchos han optado por llevar canastos, esos que nuestras abuelas solían utilizar, otros deciden llevar bolsas reutilizables de tela, e incluso algunos establecimientos entregan bolsas de papel. Esas son algunas alternativas para disminuir el uso de plástico de un solo uso en nuestro día a día.

El 3 de julio se celebra el Día internacional libre de bolsas de plástico con el fin de generar concientización sobre la necesidad de reducción de las bolsas de plástico de un solo uso en el mundo. Pero, ¿cómo está Colombia frente a esto?

Según el más reciente informe de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), 44 de los establecimientos comerciales objeto de seguimiento dentro de los programas de uso racional de bolsas plásticas, 'entregaron en sus puntos de pago, menos de la mitad de las bolsas que se consumían en los últimos años'.

A diciembre de 2018, informa el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, se entregaron 513 millones de bolsas plásticas en las principales cadenas de supermercados, almacenes y droguerías monitoreadas, es decir, se dejaron de consumir 575 millones de este tipo de bolsas.

Esta reducción es del 53%, y la meta del Gobierno Nacional es reemplazar el 100% de las bolsas que causan el impuesto nacional al consumo de bolsas plásticas, al año 2020. Cada vez va siendo más común el uso de otros productos menos contaminantes como las bolsas reutilizables en materiales como tela o papel.

Diversos estudios sugieren que las bolsas de plástico y los contenedores hechos de espuma de poliestireno pueden tomar hasta miles de años en descomponerse y contaminan suelo y agua. 'Además, con el paso del tiempo los plásticos se dividen en fragmentos más pequeños llamados micro plásticos que al ser consumidos por animales marinos pueden entrar en la cadena alimenticia humana', dice una reseña de las Naciones Unidas.