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Desde Europa hasta Asia, pasando por África o América, los niveles de antibióticos detectados en las aguas de muchos ríos superan con creces los niveles considerados aceptables, advierte un estudio.

Un equipo de investigadores de la universidad de York, Inglaterra, analizó muestras tomadas en 711 sitios de 72 países en cinco continentes, y detectó al menos uno de los 14 antibióticos rastreados en el 65% de casos, informó la institución académica en un comunicado.

Los científicos, que presentaron los resultados de su investigación ayer durante una conferencia en Helsinki, compararon estas muestras con los niveles considerados aceptables, establecidos por la agrupación de la industria farmacéutica AMR Industry Alliance, que varían según la sustancia.

Por ejemplo, el metronidazol, utilizado para tratar infecciones en la piel y la boca, es el antibiótico que más supera este nivel aceptable, con concentraciones de hasta 300 veces este umbral en un sitio en Bangladés. Este nivel también es superado en el Támesis, que atraviesa Londres.

Por su parte, la ciprofloxacina es la sustancia que con más frecuencia supera el umbral de seguridad (detectada en 51 sitios), en tanto la trimetoprima, utilizada para el tratamiento de infecciones urinarias, es la más detectada.

'Hasta ahora, el trabajo sobre los antibióticos (en los ríos) se ha realizado en su mayor parte en Europa, América del Norte y China. Muy a menudo sobre sólo un puñado de sustancias', señaló el doctor John Wilkinson.

Según este nuevo estudio, los niveles aceptables son superados con mayor frecuencia en Asia y África, pero los otros continentes tampoco están al abrigo (de la contaminación), lo que revela un 'problema global', subraya el comunicado, que precisa que los sitios más problemáticos se encuentran en Bangladés, Kenia, Ghana, Pakistán y Nigeria.

Descubiertos en la década de 1920, los antibióticos han salvado decenas de millones de vidas al combatir de manera efectiva enfermedades bacteriológicas, como la neumonía, la tuberculosis y la meningitis.

Pero, a lo largo de las décadas las bacterias se han modificado y se han vuelto resistentes a estos medicamentos, a tal punto que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que el mundo no contará en el futuro con antibióticos efectivos.

Las bacterias pueden volverse resistentes cuando los pacientes consumen antibióticos que no necesitan, o no completan el tratamiento indicado, lo que les permite a éstas sobrevivir y desarrollar inmunidad a las sustancias.

Pero, los investigadores de York también destacan un vínculo con su presencia en el Medio Ambiente.

'Los nuevos científicos y dirigentes (políticos) comienzan a reconocer el rol del Medio Ambiente en el problema de la resistencia a los antibióticos. Nuestros datos demuestran que la contaminación de los ríos podría hacer una contribución importante' al respecto, señaló otro de los autores del estudio, Alistair Boxall.