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El pasado 7 de agosto, como novedad e hito histórico, un gobierno de izquierda como el de Gustavo Petro en Colombia, ha cumplido dos años en el ejercicio de su mandato, que llegó a ese cargo con el regocijo, el beneplácito y expectativa de muchos colombianos y a la vez con el temor y la desazón de otros, que bajo el lema “El Gobierno del cambio”, como gancho, nos convocaba a tener confianza en la hoja ruta en la gestión gubernamental que se iba a iniciar.

Por eso, para quien escribe estas líneas, cumplidos estos dos años de su periodo constitucional de un gobierno de izquierda en el país, debo admitir que como cualquier otro gobierno ha tenido su fallas, en las expectativas por sus más ambiciosas programas e iniciativas a excepción de la tributaria y pensional, por lo que los escándalos por corrupción en los que están inmersos sus círculos más cercanos, el protagonizado por su hijo Nicolás, por su mano derecha en el gobierno, Laura Sarabia el del embajador Armando Benedetti y el de más impacto en el momento, Olmedo López y Sneyder Pinilla, escándalos que han hecho mellas en su gobernabilidad, hasta el punto de que algunos sectores se sienten insatisfechos y decepcionados.

Empero hay que admitir que su gobierno como ningún otro ha sido víctima de la más atroz y rabiosa oposición, torpedeando las iniciativas sociales en las que se han empeñado.

Los medios, la clase política tradicional y la empresarial que al unísono cierran filas para obstruir sus iniciativas.

Solo esperamos que los dos años que toda vía le restan, Petro direccione mejor las cosas y como el mismo lo dijo,” viene el remate donde daremos todo para conseguir las metas".

Valmiro De la Hoz