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Cursa en el Congreso de la República, un proyecto de ley sobre la paridad de género, en la lista a los aspirantes a esa institución, produciéndose una férrea oposición varonil, con argumentos endebles y de poca eficacia.

Es dura la tarea de las feministas, para alcanzar unos derechos civiles iguales a los de los hombres, porque deberán erradicar de la mente de las criaturas humanas, las diferentes ficciones sobre la mujer, regadas por todo el planeta, en sus orígenes por nuestros antepasados, para establecer un punto de partida verdadero y justo.

En efecto, si se analiza el texto el Corán, guía de la religión del Islam, con 1.900 millones de seguidores en el mundo, se dice de la igualdad de hombres y mujeres, pero a renglón seguido, deja la obligación económica en manos de los primeros, a quienes la mujer deberá obedecer, siguiendo desde entonces las diferentes maneras de sumisión conocidas, y de otra parte, la Biblia, orientadora del Cristianismo, con 2.400 millones de seguidores, señala haber salido la mujer de una costilla del hombre, con lo cual la hizo depender definitivamente de este, al deberle su existencia, lo que diera lugar a sus posteriores obligadas dependencias del varón.

En este orden de ideas, una vez acordado haber nacido en iguales circunstancias, sin condición alguna hombre y mujer, ya sea de origen divino, ya por evolución, deben las feministas continuar en sus esfuerzos, porque nada se consigue sin lucha, haciendo valer la ascensión de los derechos, como ocurre en el país austral de Chile, donde un plebiscito , gracias al trabajo de las feministas, estableció paridad en el constituyente, para crear la nueva constitución democrática, reemplazando a la de la derecha, originada duranta la dictadura de Pinochet, fijándose para el caso, mitad mujeres, mitad hombres.

María A. Escorcia Aldana

mariaqwaiser@gmail.com