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Cuando un país se decide por aspirar pertenecer a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico debe cumplir con rigurosos requisitos pues la OCDE es conocida en el mundo como el club de los países ricos.

Dentro de los principales requisitos para su ingreso están, primero, ser una democracia respetuosa de los derechos humanos, separación de poderes, alternancia de partidos políticos gobernantes. Y segundo, inversión en infraestructura (carreteras y vías), propiedad intelectual, educación, salud, trabajo y atacar desde el Estado la corrupción, luchar contra la inflación y el lavado de activos.

Además de lo anterior, a Colombia se le exigió el manejo ambiental, de químicos, gobierno corporativo de empresas públicas, comercio, empleo, asuntos fiscales, seguridad social, mercados financieros, desarrollo territorial, educación, salud, infraestructura en general como las vías principales, secundarias y terciarias, y por último lo relacionado con la agricultura.

Según reciente estudio del Foro Económico Mundial, Colombia –entre 141 países– ocupa el 81 en infraestructura vial y el 104 en la calidad de sus carreteras con el agravante que tiene el segundo puesto en cantidad de peajes en sus vías.

Así las cosas, para un país netamente agrícola que además le apuesta al turismo, el actual atraso en sus vías es una tranca en la rueda del desarrollo y competitividad que limita el crecimiento económico al que le quiere apostar nuestro modelo económico.

En síntesis, mientras no se invierta en las vías terciarias y secundarias para que al campesino no se le maduren sus productos agrícolas en sus parcelas, porque no puede sacarlas al mercado nacional o internacional por lo pésimo de las vías terciarias, seguiremos siendo eternamente un país pobre en vía de desarrollo con el rango más alto de costos por tonelada transportada de la región.

Para concluir, lo extraño es que no veo por ningún lado lo rico de nuestro país a no ser que sea de esos que con los bolsillos vacíos y hasta rotos le guste aparentar.

Ahora bien, bonito negocio hizo el Estado colombiano cuando dejó que se terminara con sus trenes, si hoy todo país desarrollado, competitivo y con excelente crecimiento económico los tiene.

¿Para cuándo permitirá la corrupción la navegabilidad del río Magdalena?

Luis Hernán Tabares Agudelo