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La cultura wayuu ha sido ignorada e incomprendida. Para el wayuu su nacionalidad es su clan ( eiruku ). El wayuu es un hombre de ese desierto y tierra peninsular ( Maa ), caliente, seco e inhóspito, de escasas y mal distribuidas lluvias ( Juya ) con constantes vientos y paisajes increíbles, como el Cabo de la Vela o el cerro Hitohoro, desde el cual se contempla la imponencia del territorio wayuu.

La Guajira fue considerada una tierra lejana y de la cual se contaban historias maravillosas. La realidad es que los wayuu fueron abandonados a su suerte desde la Colonia cundo la Casa Welser no se interesó por considerar que no eran tierras productivas ni riquezas que justificaran sus esfuerzos. Durante el siglo XIX, el olvido de los diferentes gobiernos liberales y conservadores, dejaron la península sumida en un estado de postración, de tal manera que para el indígena era natural dedicarse al contrabando, fuente de ingresos complementaria para su subsistencia.

Misioneros capuchinos y religiosas establecieron un orfelinato y un internado en Nazaret, la Iglesia apoyada por los gobiernos estaba comprometida con su misión evangelizadora que se confundía con la cultura y creencias indígena, causando un alto impacto de desculturación al introducir creencias éticas y morales cristianas, diferentes a la ética y valores wayuu, basados en su propia estructura sociocultural, causando así un rompimiento de efecto perturbador del proceso de socialización al interrumpir los canales de transmisión de su cultura, principalmente cuando se recluía a los niños en internados, viviendo separados de sus familias bajo la influencia de los misioneros.

Cuando los niños regresaban al seno de sus familias ya portaban parte de otra cultura, diametralmente distinta a la practicada en el seno de su plan. Por ejemplo, una incompatibilidad de las más relevantes de esas creencias era con el sistema tradicional basado en el clan, en el vínculo genealógico que existe entre la madre y su prole o sea de la misma carne " apüshi " que son parientes uterinos.

Mientras que con el padre y los hermanos se comparten los vínculos de sangre designado " oupayu ". El wayuu tiene su " eirruku " o nombre de carne como son Epieyu, Pushaina, Jayaliyo, Ipuana , Epinayu etc., y es transmitido por matrifiliación. El asesinato no se paga con la privación de la libertad y en el idioma nativo no existe un verbo para indicar la acción " de estar en la cárcel ", el pago acordado para resarcir el delito como retribución es lo acostumbrado en la cultura wayuu.

Para el wayuu el ciclo de vida no termina con la muerte, ya que la familia continúa relacionada con el cuerpo del difunto y luego con sus huesos, realizan un segundo funeral después de cinco años y es realizado por los parientes uterinos durante el cual se practican rituales. Entre los wayuu la familia es la unidad social más coherente y consideran deseable que las parejas se casen y tengan hijos. La mujer viste la amplia y vistosa manta ( ashéeni ), de tela muy ligera y confeccionada de modo que no tiene mangas, sino unos orificios para meter los brazos.

Las rancherías ( piichipala) tienen una gran importancia sociocultural, consistente en grupos de varias casas que conforman un asentamiento wayuu de parientes uterinos, cuyos miembros comparten derechos y bienes en común, la huerta, el pozo o un cementerio en estrecha colaboración (yana´ma´), las casas ( piichi ) están construidas del corazón seco " yotojoro ", del cactus " yosú ", mesclado con barro.

Los Alijunas (el que no es wayuu) que en su mayoría controlan el comercio, las entidades departamentales y el Gobierno, deben hacer esfuerzos para que la cultura y costumbres wayuu prevalezcan y puedan manejarse con algunos privilegios, como sucede con las etnias indígenas del sur de país. Es una deuda con la etnia wayuu que ya es hora sea saldada.

Alessio Mazzanti Thiault