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Precisa y paradójicamente, cuando en el país se celebraba el día Nacional de los Derechos Humanos, que fue este 9 de Septiembre una brutal agresión de algunos agentes de la Policía de la que fue víctima el ciudadano Javier Ordóñez en el barrio Villa Luz del occidente de Bogotá, se ha escrito una nueva página repudiable que ha puesto en la mira de los colombianos a la Policía Nacional, relacionadas con sus últimas actuaciones, cuyas acciones desproporcionadas son recurrentes que de lo que da fe los casos de Dilan Cruz y Anderson Arboleda, por hablar de los casos más recientes.

Esta vez, y sin un atisbo de escrúpulos algunos agentes inmisericordemente y en un excesivo uso de la fuerza, utilizando la pistola de carga eléctrica.

Al precepto constitucional de que las autoridades en Colombia están investidas para proteger, amparar y velar por la seguridad ciudadanía, tales hechos desdicen de la misión y el objetivo que no solo debe tener la Policía sino los demás cuerpos armados, quienes últimamente se han visto inmersos en denuncias de corrupción, abusos, de perfilamiento, de falsos positivos y hasta de violaciones sexuales y que son actuaciones atentan contra los sagrados y respetables derechos humanos.

Consecuencialmente la muerte de Javier Ordoñez, desencadenó la explicable indignación ciudadana y lamentablemente ha decantado en más actos de violencia, de asonadas, de destrozos de CAI, quema de buses y vehículos, heridos y muertos que han tenido como escenario a Bogotá y otras ciudades del país.

Por eso en estos momentos a la Policía y a los demás cuerpos armados tienen la apremiante tarea de cambiar la percepción negativa que los colombianos tenemos de ellos referentes a este tipo de actuaciones.

Valmiro de la Hoz Cantillo