En días pasados vi en un telenoticiero al coronel Palomino refiriéndose a los antejardines de las casas, que es el espacio comprendido entre las líneas de propiedad y la de construcción, como un espacio “público-privado” refiriéndose concretamente a la prohibición del consumo de bebidas embriagantes en esa área, y apoyaba esa afirmación basándose en el Plan de Ordenamiento del Distrito de Barranquilla.
Agradecería mucho que alguien de Planeación o de alguna Curaduría nos hiciera claridad sobre esa incongruente dualidad, pues una cosa es pública o es privada, pero no puede ser las dos cosas a la vez. Sería tanto como describir a una persona como alta y bajita, o delgada y gorda al mismo tiempo.
Es decir que si algún día invito a familiares y amigos a una reunión en mi antejardín, donde disfrutemos de unas cervezas o unos güisquis, me convierto automáticamente en infractor del Código de Policía, pues para ellos prima el concepto de que es un espacio público, desconociendo la privacidad de ese espacio.
Los señores de Undeco deben entrar a analizar, junto con las autoridades competentes, ese criterio indefinido sobre el uso de ese espacio, que afecta a cantidad de tiendas que lo han acondicionado para el sano disfrute de unas cervezas mientras se ve la transmisión de un partido de fútbol, o se convierten en sanos tertuliaderos vigentes desde épocas ancestrales, como cuando, el “Grupo de Barranquilla” se reunía en algunas de ellas a tratar de hacerle cambiar el rumbo a la vida, además de que ha sido causa de un gran deterioro en el ingreso de las finanzas del departamento.
Rafael Percy Rabat - rafyper@hotmail.com