Se ha dicho hasta el cansancio, hasta el agotamiento físico mental y gubernamental, que Colombia es un país sin memoria. Qué desgracia, carajo; qué desilusión, cuánta impotencia tener que recordarle a los detractores de la paz estas frases por demás humanas, responsables y contundentes del caudillo Jorge Eliécer Gaitán:
“Ninguna mano del pueblo se levantará contra mí y la oligarquía no me matará, porque sabe que si lo hace, el país se vuelca y las aguas demorarán cincuenta años en regresar a su nivel normal.”
“Cercano está el momento en que veremos si el pueblo manda, si el pueblo ordena, si el pueblo es el pueblo y no una multitud anónima de siervos.”
“Nada más cruel e inhumano que una guerra. Nada más deseable que la paz. Pero la paz tiene sus causas, es un efecto. El efecto del respeto a los mutuos derechos.”
“Yo no soy un hombre soy un pueblo, y el pueblo es mayor que sus dirigentes.”
“Parece que a este nuestro pueblo, al igual del personaje de Poe, lo ha invadido la irremediable cobardía de no abrir los ojos, no tanto por esquivar la visión de horribles cosas cuanto por el fundado temor de no ver nada.”
Nota: Qué vergüenza tener que poner en el contexto de lo absurdo, del proceder y suceder cotidiano, al hombre más respetable que a parido nuestra patria; sobre todo al imaginarnos que Gaitán tuviera que revelarse frente a dos expresidentes anarquistas y resentidos, un exprocurador igual de resentido y quisquilloso; y más de medio país confundido, a los que tuviera que inquirirles: ¿Qué… Ustedes no saben quién soy yo?
Beto Cross - Beto75@aol.com