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Cuando de Randy Severiche se trata, muchos se imaginan carajadas y desparpajo. Nada más lejos de la realidad. Sentarse junto a él es entrar en lo más profundo de un mundo lleno de disciplina, talento y exigencia, reseñados en un ceño semi fruncido que narra con fogosidad cada paso que ha dado para convertirse en el maestro del diseño que es hoy.