Compartir:

Juan Piña tiene una voz privilegiada, la cual le permitió despuntar no solo dentro de lo tropical, sino también en el vallenato. Desde los 15 años, creció su fama al sobresalir como corista de grandes figuras del vallenato como Diomedes Díaz, Poncho Zuleta, Jorge Oñate, Silvio Brito, el Binomio de Oro, entre otros.

'Me peleaba todo el mundo para que le hiciera coros, me han catalogado como el mejor corista del vallenato, pero eso jamás me lo creí, lo que hice puedo asegurar que fue con mucho amor y también por la necesidad que había en mi casa para mantener a mis hermanos que eran un poco (20)', dice el ‘Niño de San Marcos’.

Su primer trabajo como corista lo hizo al lado de Alfredo Gutiérrez, luego a Adolfo Pacheco, tras grabar con semejantes colosales, comenzó a crecer su fama. Inicialmente le decían ‘El Piña’, porque creían que su apellido era un remoquete, pero con el tiempo se ganó el respeto de todos y fue reconocido como el gran Juan Piña.

Fue tanto el protagonismo que cobró dentro de este género musical que en 1977 le dio la oportunidad a su tocayo, el acordeonero Juancho Rois, para que debutara a nivel profesional y lo hizo con el álbum El fuete, que se convirtió en todo un suceso musical de la época.

Una de las agrupaciones a las que más le hizo coros fue el Binomio de Oro, convirtiéndose incluso en compadre de Rafael Orozco, quien en 1976 para la grabación de su primer álbum, una de las exigencias que hizo fue contar con Piña en los coros. 

'No pude porque estaba en Bogotá haciéndole coros a Jorge Oñate y Poncho Zuleta y la solución que le di fue que los coros los hiciera mi hermano Carlos Piña, él no quedó tan consentido porque ni siquiera lo conocía, pero no tuvo de otra. Al álbum siguiente pidió que fuera yo y le gustó tanto que le hice 19 producciones más', cuenta el hijo adoptivo de Barranquilla.

Sobre Rafael Orozco, Piña recordó que era un tipo muy fresco, mientras que sobre el acordeonero Israel Romero aseguró que era demasiado exigente. 'Cuando iba a grabar el coro de Campana, me pidió lo repitiera 16 veces, porque antes no había la tecnología de hoy. Comenzamos a las 10 de la mañana y el último lo hice a las 5 de la tarde, le dije que no podía más. Al día siguiente me ponen a hacer Relicario de besos, peor porque el tono era más alto, pero Dios me dio una garganta privilegiada, creo que no me buscaban porque hacía coros bonitos, sino porque la tesitura mía era muy aguda, mis coros los hacía lleno de felicidad y profesionalismo'.

Prueba de ello es que Diomedes Díaz, cuando iba a grabar su primer LP Tres canciones, él no aparecía en el equipo de producción, pero el Cacique de La Junta le pidió al gerente de la compañía que quería a Juan Piña como corista.

'Eran 12 canciones y, de manera muy humilde, Diomedes me dijo que quería que además de hacerle los coros los dirigiera y que todo lo que yo dijera era palabra sagrada. Uno de sus grandes éxitos fue Tres palabras: 'Hágame el favor, compadre Debe, llegue a esa ventana marroncita/ toque tres canciones bien bonitas/ que a mí no me importa si se ofenden', eso me pareció genial porque tenía buena melodía, gustó tanto que a Diomedes y ‘El Debe’ le decían ‘Los Marroncitos’ (risas).

Después no pude seguir acompañándolo porque también le hacía coro a las orquestas tropicales como Fruko y sus Tesos, Los Graduados de Medellín y a Gabriel ‘Rumba’ Romero, eso me mantenía muy ocupado, sin tiempo para enamorarme, yo me vine a casar a los 30 años, mientras el resto lo hacía apenas cumplían la mayoría de edad', aseveró.

Sobre su faceta como corista, Piña contó que el último coro lo hizo en el tema Qué será de mí, del Binomio de Oro (1988). 'Cuando tomé la decisión que no haría más coro, ‘Rafa’ se la jugó y como era el padrino de mi hija Katherine le dijo que lo ayudara para convencerme y ella con su voz tan tierna me dijo que lo hiciera así sea por última vez, mientras me sobaba el hombro y listo, eso fue suficiente para que entrara a estudio con ‘Rafa’'.