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Por cuestión de unos minutos la sala de espera de la clínica Gestión Salud de Cartagena se convirtió en un cuadrilátero de pelea, en el que los protagonistas fueron un padre de familia, desesperado por la atención a su hija, y un trabajador del lugar, quien dejó de aferrarse al juramento de Hipócrates, para empuñar sus manos en contra del padre de una paciente.