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En los balcones, en las zonas verdes, e incluso entre las antiguas edificaciones han sido sorprendidos turistas y locales teniendo relaciones sexuales; algunos pocos, incluso, han sido captados en video y viralizados en las redes sociales.

Debido a un aparente desgobierno en el Centro Histórico de Cartagena, el ejercicio de una prostitución exhibicionista y el consumo de drogas, se han convertido en una problemática continua que no respeta horarios.

Por las calles que serpentean la emblemática la Torre del Reloj han sido relegadas las ventas de bebidas refrescantes, las exóticas frutas, y artesanías por los intimidantes jíbaros que, entre susurros y muecas, ofrecen papeletas con sustancias alucinógenas a cualquier transeúnte con capacidad de pagarlas, así vaya solo o en un plan familiar.

Anteriormente, era solo hasta la puesta del sol en Cartagena, cuando se marcaba el tiempo para el desfile de trabajadoras sexuales, proxenetas, y expendedores de drogas que arribaban al Centro Histórico, una pasarela que solía estar circunscrita a la vida nocturna de la ciudad, pero que ahora también merodea las calles a plena luz del día, con la misma monotonía que la manecilla de un reloj, segundo a segundo, minuto a minuto, a cada hora.

Mujeres de livianas vestiduras y ajustadas figuras se juntan en nutridos grupos como murallas de carne entre los espacios de la plaza, donde se estrellan las libidinosas miradas, mientras que proxenetas y expendedores se recargan en las vetustas y toscanas columnas de la Torre del Reloj.

Este monumento, considerado uno de los cinco relojes públicos más hermosos del mundo, guarda en sí mismo la historia de una ciudad que alguna vez estuvo protegida por sus puertas, pero que ahora se encuentra sitiada por el turismo sexual, el narcoturismo, el descaro de algunos que confunden el cinismo decadente con modernidad, y la aparente desidia de sus gobernantes.

Isabela Restrepo, secretaria del Colectivo Somos Centro Histórico, aseguró que las calles Primera y Segunda de Badillo y la calle del Porvenir, hoy son prácticamente una zona de tolerancia que tienen en alerta a los vecinos.

'Eso nos motivó a hacer un llamado a la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y la Educación, Unesco, para que visite la ciudad y pueda comprobar los hechos denunciados. No hay un doliente de la Alcaldía y, por otro lado, los funcionarios que tienen competencia no conocen lo que viene diciendo este organismos internacional, donde ha señalado que el origen de este deterioro que vemos está en el desplazamiento del uso residencial', sostuvo.

Restrepo agregó que 'la comunidad pide que se nombre cuanto antes un gerente del Centro Histórico para iniciar mesas de trabajo que permitan hacerle frente a la situación, y que el centro siga siendo lugar para planes familiares'.

Cabe recordar que el Juzgado Segundo Administrativo del Circuito de Cartagena admitió una Acción Popular que interpuso la Defensoría del Pueblo en contra de la Alcaldía, para que cese la violación de los derechos fundamentales de los residentes del Centro Histórico.

'Esta demanda busca erradicar el turismo de excesos nocturnos, la prostitución, la explotación sexual de menores, el microtráfico, la violación de los usos del suelo establecidos en el Plan de Ordenamiento Territorial, POT, los extensos horarios nocturnos, el consumo de licor en el espacio público, y la contaminación auditiva', señaló la representante legal del colectivo ciudadano ‘Somos Centro Histórico’.

Según la vocera, con la reactivación económica del Centro Histórico se exacerbó la prostitución en las calles, lo que se ha extendido por diferentes bares y calles de la ciudad colonial, a pesar de los controles policiales.

Agregó que 'es necesario que se establezca una zona de tolerancia con licencias de funcionamiento para la operación de comercios de este tipo, como existen en otras ciudades del país y del mundo, porque ya no es posible un paseo familiar y con niños por el Centro Histórico sin ser testigos de escándalos y peleas que involucran a prostitutas y borrachos. Es una vergüenza para la industria turística nacional'.