En la isla de Barú, zona insular de Cartagena, los que menos quieren hablar sobre inseguridad, delincuencia y droga, problemáticas actuales del exótico y bello territorio que alejan a los visitantes, son los servidores turísticos; sin embargo, de vez en cuando, porque el tema sigue estremeciendo a la comunidad internacional, son ellos mismos los que explican con lujo de detalles lo sucedido el pasado 10 de mayo, hace un mes, en la playa exclusiva del Hotel Decameron, cuando dos sicarios asesinaron a sangre fría a Marcelo Daniel Pecci, el fiscal antimafia paraguayo que se encontraba de luna de miel junto a su esposa, la periodista Claudia Aguilera.
La pareja tenía tan solo 10 días de haberse casado y estaban esperando su primer hijo.
El turismo no se ha ido de la zona. Los caseteros y dueños de restaurantes no quieren que les estigmaticen su lugar de trabajo.
Fueron claves –con sus relatos– para identificar a los sicarios del crimen trasnacional y, de dientes para adentro, saben que el caso en mención fue el más mediático, pero la delincuencia ha seguido. Hace algunos días diez hombres armados irrumpieron en una finca y asesinaron a John Jairo Oliva Duarte, de 29 años. Dos personas más están desaparecidas, pero el crimen del fiscal ya marcó a las blancas arenas de Barú.
Y propios y foráneos cada tanto buscan conocer algo más de este sonado homicidio.
Pecci, que había dicho en varias ocasiones que no había recibido amenazas, fue ultimado de tres tiros (uno en el rostro y dos en la espalda) cuando estaba saliendo del mar y se encontraba a tan solo unos metros de su esposa.
Era su último día en el resort caribeño.
En días anteriores ya había conocido Getsemaní, el Castillo de San Felipe y el Centro Histórico de Cartagena. Todo esto, junto al tierno mensaje de que iba a ser papá por primera vez, quedó publicado en la cuenta de Instagram de Claudia Aguilera, su esposa, lo que según Francisco Barbosa, fiscal General de la Nación, fue utilizado de insumo por los delincuentes para rastrear al agente del ministerio público guaraní.