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La pasión, el fervor religioso y la fe marcaron la celebración de la fiesta de la Inmaculada Concepción conocido popularmente como las velitas.

Los cartageneros siguieron la tradición popular de colocar las velas y faroles en las terrazas de sus casas al ritmo de las Cuatro Fiestas.

Los devotos y creyentes se encomendaron a la virgen y varios en sus oraciones y plegarias le pidieron para que la ciudad salga del abismo en el que se encuentra y vea una luz al final del túnel y de esta manera encontrar un nuevo horizonte.

Con la fiesta de las velitas se encendió el alumbrado navideño que atrajo la atención de los habitantes de los diferentes sectores donde fue ubicado. El llamado por parte de las autoridades se concentró en que se pueda disfrutar de una fiesta con cero quemados y se reiteró que la pólvora está prohibida.