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Pasaron 31 años para que un máximo jerarca de la Iglesia católica pisara suelo colombiano. Ayer, Cartagena fue epicentro del quinto día de visita apostólica de Jorge Mario Bergoglio, quien aterrizó en el aeropuerto Rafael Nuñez a las 9:55 de la mañana, diez minutos antes de lo previsto.

Desde la madrugada del sábado, fieles acamparon para guardar un lugar en la fila que se extendió varios kilómetros antes de las entradas habilitadas en Contecar. A pesar del calor y el cansancio, el ánimo no decayó en ningún momento.

'Esto es algo que no vamos a volver a repetir. Venimos de Sincelejo a ver al Papa y no nos importa esperar las horas que sea. Somos bendecidos por estar acá', comentó Sonia Rojas, con las mejillas coloradas por el calor de la mañana.

La brisa esquiva iba y venía para refrescar por segundos a los asistentes a Contecar, quienes aprovecharon la fila para hacer cánticos, dormir, comer y rezar. Entre aplausos, jóvenes vestidos con camisas blancas y la imagen del sumo pontífice, corearon alegres: 'La locura crece y el Papa no aparece', en un gesto de desesperación por tener de frente a Bergoglio.

Por su parte, los vendedores gritaban a viva voz: 'Estampillas de Francisco, gorras mágicas', y 'lleve la gorra, lleve la gorra, lleve el sombrero del Papa para que se proteja del sol', con el fin de atraer a los compradores.

Pasadas las 9 de la mañana, un río de personas entró al lugar donde Francisco dio la eucaristía.

Uno a uno, los asistentes se fueron ubicando en los espacios dispuestos, y en los que no también, hecho que hizo que durante unas horas se creyera que Francisco no haría el recorrido en el papamóvil para bendecir a los fieles, ya que no había lugar por donde transitar. 'Agradecemos su colaboración para que se ubiquen en los sitios autorizados y despejen el camino por donde se tiene previsto que pase el Papa', se escuchó, una y otra vez, por los 300 parlantes puestos por la producción de la misa.