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El cielo estuvo gris toda la tarde. Apenas un sol se asomaba, un manojo de nubes lo arropaban, como para que sintiera el dolor y la tristeza de Caracolí, una vereda en la alta montaña de los Montes de María.

Bajo un rancho de palmas estaba el féretro de la pequeña Sofía Isabel, la niña de 13 años que murió el pasado domingo en la Clínica del Niño, de Cartagena. Hace unos once días consumió un pesticida, que tenía su padre, el labriego Wilfrido Tovar, para combatir las plagas de sus cultivos.

Afuera, sus amigos, los vecinos, la gente que llegaba para ayuda a aliviar. Uno de los perros de la casa finca aguardaba al pie del cajón, como despidiéndola por siempre.

Sofía se quitó la vida. Su abuela Sofía Rocha dice que no estaba bien. Que cuando se desvanecía, después no recordaba nada. Que parecía un ser extraño. No era una niña igual a todas. Tenía una sensibilidad especial. Escribía cartas a toda hora, a sus padres, a sus hermanos, a sus amigas.

Nadie en la vereda, ni en sus alrededores, duda de que los efectos de la vacuna contra el virus del Papiloma Humano (VPH) sea la responsable de la muerte repentina de Sofía. El día que decidió suicidarse era un día normal, como muchos los del campo.

Su padre se fue a sembrar. Su madre estaba en sus ocupaciones. Era un día de vacaciones. Y Sofía no aguantó más: se tomó el veneno. Su abuela recuerda que sus padres la llevaban constantemente al hospital de El Carmen. La bajaban convulsionada en motos.

A veces hasta en dos ocasiones al día. Durante las últimas semanas había mejorado. Pero su angustia la seguía consumiendo.

El padre de la niña dice que 'el Gobierno ha sido muy descuidado con nuestro caso y dejaron que las cosas cogieran largo'.

Un grupo de madres de El Carmen llegaron hasta el sepelio, en Caracolí, y expresaron su dolor. William Montes, líder de las niñas de la alta montaña, dijo que se prepara un plantón en Bogotá, para julio.

En la vereda de Caracolí son unas setenta niñas las que sufren la extraña sintomatología. Una hermana de la niña que se suicidó también sufre convulsiones y dolores.

'No queremos plata'

Padres y madres de niñas afectadas de El Carmen llegaron hasta Caracolí. Vinieron con su dolor, su angustia y desesperanza. 'Si viniera un especialista y curara nuestras hijas sería lo mejor', dijo Danis Romero. Gloria Ochoa dice que su hija de 17 años pasó de pesar 59 kilos a 52 y que son constantes sus dolores de cabeza. Todos piden una cura. Porque consideran que es todo un tormento seguir en la situación actual. 'No negociamos a nuestras hijas, buscamos la solución de sus problemas de salud', dijo Nancy Torres, madre de una niña de El Carmen.