'No somos solo pandillas, drogas y sexo', dice Mayela Twirán, de 19 años.
Ella, desde las 8 de la mañana, se vino dese su barrio El Viejo Porvenir, a la peregrinación desde el pie hasta la cima del cerro de La Popa, 'para encontrarse con Dios y para pedir por la paz del país'.
Como esta joven, unos dos mil muchachos de Cartagena y de los municipios del norte de Bolívar ascendieron a la emblemática Popa, con tambores, con cánticos y con la cruz de El Nazareno a cuestas.
'Vivimos la Pascua y nos llenamos de gozo con la resurrección de Cristo', dice Eduardo Guardo, de 17 años. Él agrega que los jóvenes luchan contra una sociedad masacrada por el consumismo.
Otro joven, Luis Alberto Rodríguez, de 18 años, está en el Seminario, quiere ser sacerdote, y aunque parezca extraño, él dice que ejerce un dominio de sí mismo. Reconoce que las drogas, las mujeres y el alcohol son una tentación, pero que se controla, que sabe lo que quiere para su vida y la de los demás.
Lorenza Ortíz, de 16 años, reconoce que está embebida en las redes sociales, en la Internet. Ella también fue a la ascensión de los jóvenes a La Popa, en medio del calor de la mañana de sábado.
Lo reconoce: anda metida a toda hora en el chat. Pero aclara. 'Lo aprovecho para evangelizar por el chat', agrega.
Estos jóvenes venidos de Turbaco, Turbana y Arjona, entre otros municipios, subieron alegres, cantando y reflexionando, La Popa. Creen que pueden cambiar el mundo, porque tienen entre ceja y ceja el mensaje del Papa Francisco, que tiene que ir en contracorriente.
Oscar Hoyos, un docente de Arjona, poblado a 25 minutos de Cartagena por carretera, dice que hay que trabajar mucho con la juventud, que en el municipio hay pandillismo, drogas y embarazos adolescentes, pero que también hay una generación que quiere salir adelante, buscando nuevos y mejores caminos.
La peregrinación terminó en un concierto en la cima de La Popa. Al final, cientos de muchachos se fueron a sus casas. Saben que hay que hacer mucho por el mundo. Y que la vida no es fácil.