Compartir:

'Este concejo es mejor desde cuando antes de las sesiones se eleva una oración al Señor', así lo dijo la autora y defensora de la polémica iniciativa que busca instaurar, por medio de un Acuerdo distrital, a ‘octubre como el mes de la Biblia’, Duvinia Torres.

Desde el 2007, la corporación, por iniciativa de quien es hoy su presidente, el concejal Quinto Guerra Varela, hace una oración y lee un texto bíblico antes de los debates y estudios de los proyectos.

Cada día se le rota a un concejal la lectura de un salmo o un pasaje de un versículo y acto seguido se entra al orden del día.

'Eso no ha servido para nada, la oración no ha mejorado siquiera las relaciones ni la convivencia entre los concejales, es algo mecánico. De hecho, se han dado casos de, que una vez se hace la oración, enseguida vienen los debates contra funcionarios de la Administración y se hacen acusaciones y ofensas de mal gusto', dijo, por su parte, el concejal Andrés Betancurt.

Para el concejal, el ‘rezo’, además de inocuo, es inconstitucional y, por eso, anunció que propondrá revocar el Acuerdo que lo hace obligatorio antes de iniciar las deliberaciones.

Betancurt tampoco aprueba la institución, a través de una Acuerdo, de un mes de promoción y lectura de la Biblia, como lo propone su colega Torres.

Dice que en cuestiones de creencias él es muy respetuoso, pero que las buenas intenciones de la concejala no pueden aprobarse si se separan de la ley, como en efecto cree que ocurre con la iniciativa del mes de la Biblia.

Torres, en cambio, asegura que los problemas de corrupción, pandillismo, inseguridad, maltrato a la mujer y otros problemas de la sociedad, se aliviarán en la medida en que las personas lean las enseñanzas de la Biblia.

'Seguiré con el proyecto. El lunes próximo, día de la audiencia pública, varios rectores de colegios privados demostrarán cómo con la ayuda de Biblia han logrado formar mejores estudiantes y ocupar los primeros puestos en las pruebas nacionales de conocimiento', dijo.

Aseguró que su iniciativa no implica el gasto de recursos públicos, como en algunos sectores se denunció, para promocionar la lectura y comprensión de las Sagradas Escrituras. VA