Aporto mi granito de arena para contribuir en ese objetivo y es la responsabilidad de cada uno de nosotros entregar con grandeza algo de sí. Es mejor ser positivo que no serlo. Es cierto al país hay que organizarlo y entre todos lo podemos lograr. Hay que sacar brío con orgullo nacional. Vivir una verdadera fiesta democrática en paz y libertad este 29 de mayo.
Por ese amor que nunca se marchita, a la que debemos siempre mirar de cerca o de lejos, esté o no a nuestro lado. Nada basta o es suficiente para regalarle y compensar su sacrificio, entrega y tenacidad.
El mes o Día de la Madre, se ha hecho patente y de gran tradición, pero es el momento del volverlo más sentido en dignidad a la santa fecundidad.
Como tutores o padres de familia, no debemos dejar solos a nuestros menores. Nuestro objetivo es estar cerca de ellos, son seres muchas veces sometidos a la fuerza a afrontar la velocidad del mundo de hoy, en donde hay riesgos que pueden marcar su vida en el presente y futuro.
Para sobrellevar la vida, lo mejor es apuntarle a la búsqueda del rescate de nuestros espíritus y renovarnos interiormente. Es una actitud por encima de todo sana y necesaria hoy más que nunca. Un camino correcto también para la juventud, para brillar de otra manera dejando a un lado lo cotidiano y haciendo una pausa frente a lo mundano, lo trivial y tomar una actitud de sembrar por uno mismo y por los demás.
Nuestro país se merece algún día una política sana y bien llevada, es la única forma de profetizar, entregando verdadero ejemplo de decencia y pulcritud. Un obstáculo grande ha sido la incomprensible ambición de gobernantes, funcionarios, líderes y demás, en todos los órdenes que históricamente la han utilizado para su beneficio personal y acompañados de actos de corrupción.
La ambición del ser humano y la demostración de poder, rompe todas las barreras y sobre pasa los respetos elementales de la vida humana. Líderes del mundo de hoy y hablo de la gran mayoría de las potencias, no ven más allá del sueño de querer adueñarse del planeta, desafiando al que se cruce sin que les importe las consecuencias, son también enfermos de locura bélica, cargados de igual manera de resentimientos del pasado que pertenecen ya a capítulos de tristes historias que la humanidad no quisiera recordar y que entre todos deberíamos olvidar para siempre.
Se acerca el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y no debe ser una celebración más, hay que hacer un llamado contundente para crear por fin espacios de participación amplios en la sociedad en igualdad con el hombre, el respeto hacia ellas, el reconocimiento global de sus derechos y su desarrollo íntegro por la dignidad que merecen y que en muchos casos es atropellada y maltratada, sin castigo ejemplar para los autores.
Para mí, la experiencia del covid nos ha traído universalmente lecciones que traducen también cosas buenas que debemos compartir y mantener por siempre y puedo mencionar algunas de ellas: Durante nuestro refugio y encierro un necesario reencuentro con Dios un reenganche con él y que se tradujo en una inyección espiritual de Fe, saber que contamos con su presencia en todos los momentos.
Ser feliz adquiere un valor infinito a largo de nuestra vida y cuando entendemos que con todo esto, uno puede irlo hilvanando, construyendo con los demás, los que nos rodean y contaminándolos de lo mismo a expensas de valores como: la práctica de la bondad, la mística, la solidaridad, el respeto, la sana convivencia, el agradecimiento, reconocer las cualidades de las personas que nos rodean, el manejo de la fe y la religiosidad.
Comenzando el 2022 el futuro del mundo esta en entredicho. Pienso que lo más importante es resolver el tema de la salud y luego sí abordar los otros problemas igualmente complejos. Estamos llenos de apetitos que uno debe suplir para buscar salidas.