De la fantasía a la ingobernabilidad | Columna de Juan Carlos Echeverry
Por eso hoy países desarrollados (Gran Bretaña) y emergentes (Perú) sufren cada día ante el peso de las calles enardecidas.
Por eso hoy países desarrollados (Gran Bretaña) y emergentes (Perú) sufren cada día ante el peso de las calles enardecidas.
Es justamente el petróleo y el gas lo que les permitirá desarrollar sus países, invertir en el futuro, hacer la transición energética, e inclusive, en el caso más aberrante, hacer la guerra. A muchos de ellos los hidrocarburos los ponen en el mapa geopolítico y económico mundial. Por supuesto, también los pone en la ruta del avance social.
Otra ironía de este mundial fue el contraste entre la fase de grupos, cuando vimos países futbolísticamente “chicos” como Arabia Saudita, Marruecos o Japón derrotar a los grandes. Mandaron al polvo a los Goliats de Argentina, Brazil, España, Alemania y Francia. Pero en los octavos de final, los grandes volvieron a serlo. La inequidad futbolística impuso su ley y los Goliats le dieron tremendas tundas a los Davids.
El desplome de una economía se deriva de fijar ficticiamente los precios al calor de la generosidad de los ministros de turno. Una vez se reduce ficticiamente un precio, se induce una protesta, como lo muestran los taxistas, motociclistas y camioneros del país, pues creen que no les pueden subir la gasolina y el diésel. No sucede así en Chile y Perú, con gobiernos progresistas, pero que no incurrieron en ese error de consentir y malcriar a la gente.
Ahora quieren repetir la visión de los años sesenta: híper-regulación laboral, ambiental, tributaria, arancelaria, crediticia, de licencias y permisos. Híper-supervisión estatal, empleando las hordas de clientela progresista para vigilar si las empresas hacen y cumplen lo que el gobierno quiere, y “cobran precios justos”. Estatismo, dirigismo y mazzucatismo misionero. Dirigido por personas que nunca han producido, creado eficiencias, vendido productos o liderado ningún mercado o sector.
Colombia ha derivado buenas cosas de su asociación con EE. UU. La misión Kemerere de 1923, que creó el Banco de la República, la misión Currie al principio de los años cincuenta y el Plan Colombia a principios de este siglo son ejemplos notables con buenos resultados. El TLC ha tenido menos éxito para nosotros del que presagiábamos.
Las malas decisiones económicas y las malas instituciones políticas y de justicia son a los países como las drogas a las personas. Una vez se las prueba es fácil volverse adicto. Una vez se cae en la adición es casi imposible recuperarse. El gran temor es que hayamos empezado a transitar una nueva etapa histórica que pueda durar décadas. O más.
En 2021 les pagamos 30 billones más que en 2020. En 2022 aportamos 40 billones más que en 2021. Y en 2023 le daremos de nuevo 40 billones más que en 2022. ¡Y todavía les faltan 25 billones! ¿No será más bien que entre más tienen más gastan, no hay plata que le alcance, y sencillamente no saben manejar la plata?
Recuerden: la estabilidad institucional y los cambios graduales e incesantes, que conservan lo bueno, de lo cual hay mucho, y cambian lo que requiere reforma, son cruciales. Este gobierno cree en los rompimientos revolucionarios, drásticos e irresponsables, que arriesgan la seguridad en las calles, la salud, las pensiones, el empleo, el ahorro, la inversión, la supervivencia de las empresas y las exportaciones petroleras y mineras.
En mi opinión hemos recibido tres goles que pesan. Un gol en el 2018 marcado por Duque, que exasperó y alienó a los electores. Otro en el 21, por Petro y sus marchas, que metieron miedo. El último en el 22, con el triunfo de Petro. No son 45 minutos lo que nos queda. Es el porvenir lo que tenemos por delante. ¡Podemos remontar!