Guardando en un baúl las lentejuelas para unos próximos desfiles de guacherna, unos pasos atraviesan la ciudad de prisa, huyendo de la mirada inquisidora de quien aparece en su camino. No es momento de brillar, tras bambalinas los colores de la diversidad no son tan notorios porque viven a la sombra de la discriminación: un comentario al azar y sin reparos, un gesto de reproche, agresiones verbales y hasta la muerte son algunos de los obstáculos que enfrentan las personas Lgbtiq+, y que aprenden a sortear, como instinto de supervivencia, en su diario vivir.
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Ante esta problemática, en la ciudad de Barranquilla se avanza en un paso histórico por medio la primera política pública Lgbtiq+, un documento que expone un diagnóstico estratégico, plan de seguimiento y evaluación que permitan garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las personas diversas.
A las puertas de ser presentado ante el Concejo Distrital para su aprobación, la ciudad mira hacia un horizonte más inclusivo y equitativo.

Actualmente, la capital del Atlántico es una de las pocas en el Caribe que no cuenta con una política pública de esta índole, a pesar de existir en otras zonas del departamento como lo es el municipio de Galapa.
Cabe resaltar que para catalogarse como política pública se debe reconocer la existencia de un problema que requiere atención, y que se aborda a partir del diseño y construcción de posibles soluciones. Siendo el caso de la vulneración de los derechos de las personas Lgbtiq+ en la ciudad de Barranquilla, a raíz de la discriminación.
Construyendo en comunidad
El proyecto se encuentra aún en fase de socialización, y según sus portavoces surgió tras mesas de trabajo interdisciplinarias, conformadas por la Alcaldía Distrital, en cabeza de organizaciones sociales diversas como Caribe Afirmativo, líderes y lideresas de estas mismas, además entidades institucionales y de orden público.
Las entidades compartieron sus diagnósticos y evidenciaron el mismo patrón: falta de lineamientos, de rutas claras de atención y de un reconocimiento estatal que fuera más allá de las actividades de visibilidad frente a la discriminación que atraviesa la población en mención en distintos ámbitos de la vida cotidiana.
Teniendo en cuenta todas las voces, el diagnóstico inicial se sostiene en un reporte de 2023 por parte de la Oficina de la Mujer, mediante el que se encuestaron a 792 personas, las cuales derivaron en 13 grupos focales.
Cada uno segmentado por orientación, identidad y expresión de género. Desde sus experiencias, y tratando de encajar en el paraguas de la diversidad, también se realizaron reuniones con otros grupos demográficos, como lo fueron personas migrantes, personas con discapacidad, actores culturales y cuidadores.
En total se abrieron 18 espacios de diálogo y desde allí se comenzó a trazar una hoja de ruta que abre el camino hacia garantizar el pleno ejercicio de los derechos de las personas Lgbtiq+, impulsando una sociedad más inclusiva y equitativa a través del acceso equitativo a derechos fundamentales como la salud, la educación y el trabajo.
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Ejes estratégicos
Frente a la página en blanco del documento, el ejercicio fue mirar de cerca e identificar los problemas estructurales que afectan a la población Lgbtiq+, el testimonio coloquial y real de la violencia, exclusión y precariedad pueda ser representado en cifras, conectando las estadísticas y normativas legales, permitiendo así proponer soluciones que transformen la vida cotidiana de dicha población. Un lineamiento por donde seguir trazando el camino hacia los derechos.

Las necesidades estratégicas llenaron esa hoja y muchas más, las cuales justifican la política pública que representa una radiografía del sistema social de las personas diversas en la ciudad. La primera es la violencia, que sigue goteando por todo el territorio colombiano.
“En lo que va del 2025 ya hemos reportado 63 asesinatos en todo el país. Ahora, esas cifras muestran mayores tendencias de violencia en ciudades como Medellín, Cali y Bogotá. En Barranquilla, por el contrario, el 2024 presentó una reducción del 50 %. Nosotros identificamos en el año 2023 dieciséis asesinatos en el área metropolitana y bajamos en el 2024 a ocho.Es una reducción significativa, pero sigue siendo muy preocupante”, sostuvo Wilson Castañeda, director de Caribe Afirmativo.
La violencia no solo se mide en asesinatos; su agresión ve representada en el acoso cotidiano, la discriminación y los mensajes de odio que niegan la dignidad. Es una nube negra y silenciosa que cargan a cuestas y así lo manifiesta Karla Henao, lideresa trans de la Mesa Lgbtiq+ del Atlántico.
“Yo he tenido que enfrentar el señalamiento y el juzgamiento por parte de las personas que de pronto no comprenden o entienden qué es vivir siendo una persona trans y que al día a día siguen cuestionando ciertas cosas sobre la identidad o la enunciación de las personas trans. Y eso es algo que diariamente me toca enfrentar, desde el murmullo por la calle, desde las burlas y los comentarios transfóbicos, desde el señalamiento de personas al verme caminar, al verme en los espacios y otro sinfín de cosas”.
Detrás de la bandera y su arcoíris de colores
La sigla que identifica a la población Lgbtiq+, que a pesar de tener letras del abecedario no existe en el vocabulario común de la ciudadanía y podría pasar ante ellas como un trabalenguas, es la abreviatura para lesbianas, gays, bisexuales, transgénero, intersexuales y queer.
El “+” incluye otras identidades no especificadas dentro de este espectro, ya que la diversidad es un paraguas muy amplio, uno donde caben todas las personas. Para entenderlo y comprenderlo hay que mirar de cerca.

De allí sobresale la T, que respresenta a las personas trans, las más vulnerables dentro del movimiento Lgbtiq+, al ser la representación visible de la excepción a la regla, de las cláusulas sociales de la heteronorma. Aquellas que han decidido escoger su libertad en su expresión de género, a pesar de enfrentarse a barreras en el acceso a salud, terapias hormonales, atención en EPS y refugios.
En las esquinas, donde las mujeres trans desempeñan el trabajo sexual al no haber otras alternativas de empleabilidad, algunas han reportado extorsión y control por parte de actores ilegales de los sectores.
Entreviendo la necesidad de una intervención que garantice la libre circulación y ocupación de los espacios urbanos sin discriminación , ni violencia para las personas trans, en 2011 fue realizada la primera marcha del orgullo en Barranquilla, la cual si bien pretendía marcar un hito en el fortalecimiento de los derechos, por su carga simbólica y representativa, hasta la fecha no estaba consolidado el reconocimiento de derechos de las personas diversas.
Factores sociales
Por el balcón también se asoma la precariedad socioeconómica, Barranquilla muestra altos niveles de pobreza, desempleo y desescolarización.
Habitar en el espacio público también es un interrogante al momento de salir a la calle, si dar el paso hacia convivir en ciudadanía valdrá la pena, aunque Barranquilla ha mejorado en infraestructura y espacios urbanos, estos siguen siendo restringidos para personas diversas. Finalmente se requiere atender a la población migrante Lgbtiq+, especialmente de personas venezolanas que buscan protección, acceso a medicamentos, servicios de salud y refugio en la ciudad.
Más allá de un papel, y de normas, el cambio real depende de transformar la cultura ciudadana que cobra vida ante la indiferencia frente a las vidas Lgbtiq+ y que permite que los actos de violencia y discriminación persistan. Es por ello que la política incluye talleres de sensibilización en colegios, barrios y lugares de trabajo, creando un espacio de diálogo entre la ciudadanía, en donde se reconozca los derechos de la población diversa y se combatan los prejuicios, de manera que sea un hábito respetar su dignidad.
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