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Según cifras reveladas en el evento, de los países de la OCDE 1 de cada 8 jóvenes entre 15 y 29 años están en esta condición, cifra que se eleva a 1 de cada 5 en América Latina. En Colombia, además, la tasa varía en más del doble entre regiones.

Christine June, jefa de Comunicaciones del Servicio Público de Empleo de Austria para la OCDE y anfitriona del encuentro, introdujo la discusión resaltando la gravedad de la cifra NINI y la urgencia de diseñar estrategias eficaces.

“Los jóvenes son nuestro activo más valioso”, enfatizó, y agregó que el panel —con expertos de Irlanda, Colombia, Italia y el programa YouthWise de la OCDE— buscaría entender los factores que explican estas cifras y presentar respuestas concretas para la transición de la educación al empleo.

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Uno de los primeros temas abordados fue la desigualdad territorial.

Jorge Eduardo Londoño, director general del SENA, recordó en su participación que, desde 1986, la Constitución colombiana ha promovido un modelo centralista con énfasis en Bogotá y otras grandes ciudades, dejando en rezago al campo y a regiones como Barranquilla, Vichada o Vaupés. Esa dinámica, señaló, empeoró con los tratados de libre comercio que debilitaron la economía campesina.

No obstante, el SENA ha sido, según Londoño, la institución pública más efectiva para llegar a esas zonas y promover formación gratuita.

Con iniciativas como Fondo Emprender, ha impulsado emprendimientos con una tasa de éxito del 60 % y ha beneficiado a aproximadamente 8 millones de personas, incluidos habitantes de zonas rurales.

Además, resaltó que el sector campesino genera 3,2 millones de empleos y produce el 74 % de los alimentos que consumen los colombianos —una cifra vital para la seguridad alimentaria del país-.

Apoyando esta visión, Mario Beccia, director ejecutivo de la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS), explicó que están implementando proyectos de casi 4 millones de euros destinados a fortalecer la inserción laboral de jóvenes en regiones vulnerables.

Su estrategia incluye una plataforma que agrupa más de 600 iniciativas, involucrando empresas, organizaciones sociales y entidades comunitarias, con 70 proyectos de emprendimiento que reciben capital semilla de entre 20.000 y 25.000 € cada uno .

En línea con la experiencia europea, Nessa White, de Solace en Irlanda, explicó el papel de la accesibilidad física y emocional. Solace opera 16 centros de formación en comunidades, incluso en zonas remotas, lo que elimina barreras de transporte.

Además, ha desarrollado programas para combatir el estigma y la baja motivación, especialmente después del COVID, mediante la presencia de consejeros de carrera móviles y apoyo emocional.

Explicó además que, la inteligencia artificial nunca reemplazará la conexión humana, un recurso clave para que los jóvenes pasen de formarse a emplearse efectivamente.

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Desde la perspectiva juvenil, María Camila Páez, representante de OCDE YouthWise, destacó que muchas políticas se centran en la conexión vial y el transporte, pero la prioridad real debería ser llevar los servicios hasta los territorios.

“En más del 50 % de los municipios no existen siquiera rutas rurales terciarias”, añadió, y enfatizó que, además del acceso físico, están las barreras tarifarias, financieras y de conectividad que limitan el acceso de los jóvenes a empleos formales, redes de contactos y procesos de selección.

Las “manzanas del cuidado” en Bogotá, dijo, “son un ejemplo innovador: integran espacios de cuidado con formación y encuentro, permitiendo que muchas mujeres jóvenes —a cargo de familiares— puedan acceder a oportunidades sin abandonar sus responsabilidades".

Juliana Vernaza, de Crack the Code, centró su exposición en la urgencia de reformular la formación académica temprana.

Argumentó que, los grados 9. º a 11.º deben articularse con las necesidades del mundo laboral y la revolución digital.

En lugar de formaciones estándar de 2 a 5 años, los jóvenes pueden acceder hoy a empleos formales con competencias digitales específicas -como IA o programación- en mucho menos tiempo. Advirtió que, si la educación pública no se actualiza, la brecha con la privada se ampliará, profundizando la desigualdad.

Por su parte, Daniel Uribe, director ejecutivo de la Fundación Corona, propuso romper con la narrativa del término “NINI” y comenzar a hablar de “jóvenes con potencial”.

Según datos citados, de los 11 millones de jóvenes en Colombia, más de 5 millones están sin empleo, educación o en la informalidad.

Uribe recalcó la necesidad de que su voz se incluya en la formulación de políticas públicas y que exista una colaboración efectiva entre sector público, privado, social y la juventud.

En su lugar, están impulsando la iniciativa Opportunity Network en Barranquilla y Bogotá, a través de la cual identificaron 210.000 jóvenes con potencial en Barranquilla, y desarrollan rutas para reconectarlos con la educación formal, el empleo o el emprendimiento.

“Si no hacemos esto de manera articulada, perderemos el bono demográfico y la productividad que la juventud puede aportar”.

El panel profundizó en la comunicación efectiva con los jóvenes. Daniel Uribe insistió en la necesidad de generar confianza previa antes de ofrecer oportunidades laborales o formativas. Según él, las fundaciones, alcaldías o el gobierno a menudo no logran que los jóvenes crean que las vacantes son reales, seguras y valiosas. Por ello, es indispensable el trabajo presencial en colegios y comunidades antes de activar los canales digitales.

María Camila coincidió en qué, si bien el sector privado ha sido más abierto, el público aún exige experiencia previa, lo que dificulta la inclusión juvenil.

E hizo énfasis en reforzar tanto las redes sociales como los espacios presenciales —ferias, colegios, universidades— para construir confianza, ya que no todo talento puede visibilizarse a través de lo digital.

Juliana hizo eco de este mensaje: “el éxito de un proceso de empleabilidad no radica únicamente en la vacante, sino en que el joven se anime, confíe y complete el proceso. Para esto, las redes son útiles, pero insuficientes sin una base de confianza construida cara a cara".

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La jornada se cerró con una conclusión clara: para reducir la tasa de ´Ninis´ y facilitar la transición de los jóvenes de la escuela al empleo, se requiere un enfoque integral que combine:

  1. Inversión local real: capital semilla, proyectos comunitarios, articulación territorial.
  2. Descentralización efectiva: reducir el peso de Bogotá y fortalecer el desarrollo rural.
  3. Combinar formación técnica, habilidades blandas y digitales.
  4. Construcción de confianza a través de presencia física antes de amplificar los mensajes digitalmente.
  5. Cambio de narrativa: reconocer el potencial juvenil y darle voz en las decisiones.

Finalmente, el panel reafirmó que el futuro de Colombia depende de cómo se articulen esfuerzos públicos, privados, sociales y, sobre todo, cómo se escuchen a los propios jóvenes.