En la última jornada del Foro de Desarrollo Local de la OCDE, expertos y representantes locales e internacionales presentaron casos, desafíos y oportunidades del modelo cooperativo como motor de inclusión, formalización laboral y transformación local con impacto global.
Marc Picard, director de CIRIEC, abrió la jornada resaltando que la ESS no es solo un modelo económico, sino una herramienta transformadora para crear sociedades más equitativas. Invitó a fortalecer los lazos entre la investigación, las políticas públicas y las experiencias territoriales.
Desde lo local, Cecilia Arango, secretaria de Planeación del Atlántico, valoró la capacidad del modelo cooperativo para escuchar, incluir y resolver desde la diversidad de voces.
“Las soluciones sostenibles nacen de la comunidad”, afirmó, destacando el potencial económico real que ha identificado en cooperativas del territorio.
La representante de la OIT en Colombia, Paola Campuzano, abordó la deuda histórica en el campo colombiano: con una informalidad laboral que supera el 84 %, insistió en que el modelo cooperativo es una vía clave para dignificar el trabajo rural.
Además expuso iniciativas exitosas como las cooperativas de cuidado, que han permitido formalizar la economía del cuidado desde una perspectiva femenina y territorial. También presentó estudios e instrumentos desarrollados por la OIT para apoyar con datos y políticas públicas este tipo de organizaciones.
Por su parte, Luis Guillermo Coto, director ejecutivo de la CCC-CA, subrayó que en contextos donde el Estado o el mercado no han llegado, las cooperativas sí lo han hecho.
Resaltó que muchas comunidades de Centroamérica han logrado sostener procesos productivos, educativos y de servicios gracias a este modelo, reforzando la participación social y la democracia económica como ejes de desarrollo real.
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Desde la OCDE, Amal Cheverau -Jefa de la Unidad de Economía Social y Solidaria e Innovación- recordó que la economía social representa más del 6 % del empleo en Europa y cerca del 4 % del PIB en Colombia.
También destacó que este modelo impulsa la inclusión de poblaciones vulnerables como mujeres, indígenas y migrantes, y lo definió como una alternativa para formalizar actividades económicas en sectores históricamente excluidos. “Cuando no hay mercado ni Estado, queda la comunidad. Y allí, florece la economía solidaria”, sintetizó.
El Acuerdo de Barranquilla por el Cooperativismo y la ESS, se concibió como un punto de partida para nuevas alianzas globales y políticas públicas más ambiciosas. La declaración se inspira en las recomendaciones recientes de la OCDE y Naciones Unidas, y se enmarca en el Año Internacional del Cooperativismo, proclamado para 2025.
Este encuentro fue una afirmación de que la transformación territorial no es un acto unilateral, sino una construcción colectiva. Desde las veredas hasta los foros globales, el cooperativismo sigue demostrando que el desarrollo más justo y sostenible empieza por confiar y construir desde la gente.