Compartir:

En el marco del Tercer Congreso Bananero Colombiano, celebrado en el Hotel y Centro de Convenciones Estelar Santa Mar, se desarrolló una nutrida agenda académica y técnica que reunió a expertos, productores y representantes del sector bananero nacional e internacional. Sin embargo, más allá del intercambio de conocimientos y la celebración de hitos empresariales, el evento también sirvió como plataforma para visibilizar los desafíos profundos que enfrenta actualmente la industria.

Carlos Pinilla, gerente general de Banasán, ofreció una visión clara y directa sobre los retos estructurales que aquejan al sector. Banasán, que este año celebra 20 años de operaciones, ha apostado no solo por la exportación de fruta de alta calidad, sino también por el desarrollo social a través de su fundación, trabajando en el bienestar de las comunidades en sus zonas de influencia.

Lea también: Tercer Congreso Bananero consolida al Magdalena como epicentro de la agroindustria exportadora

Pero no todo ha sido motivo de celebración. Pinilla recalcó con preocupación dos problemáticas críticas: el estancamiento en el precio del banano a nivel internacional y la creciente inseguridad en la región.

“Hay un dolor compartido en el sector: el precio que se paga por nuestra fruta no refleja el esfuerzo ni los costos que implica producirla con estándares internacionales”, aseguró Pinilla. A pesar de cumplir con exigencias como el salario digno y múltiples certificaciones de sostenibilidad, las condiciones del mercado europeo —principal destino de exportación— no han respondido con una mejora en los precios. Esto contrasta con otras frutas como la naranja, que han visto incrementos sustanciales en los últimos años.

La situación se agrava tras la pandemia, que dejó una estela de aumentos en insumos, transporte, mano de obra y medidas de seguridad. No obstante, el sector sigue invirtiendo fuertemente para sostener la operación y garantizar condiciones laborales adecuadas.

Quizás el tema más alarmante expuesto en el congreso fue el de la inseguridad en la región bananera del Magdalena. Pinilla no dudó en calificarla como “una situación muy seria y delicada”, marcada por extorsiones, amenazas y hasta asesinatos de trabajadores. La violencia ha generado temor en las fincas, al punto que algunos empleados han optado por no regresar a sus labores.

Lea también: “Estamos en el periodo económico más incierto desde 2008”: presidente de Anif

“La situación ha llegado a tal nivel que los trabajadores tienen miedo de volver. Es inadmisible que tengamos que operar en estas condiciones”, enfatizó el gerente de Banasán, quien pidió una intervención decidida del Estado. “El sector no puede reemplazar el papel del gobierno. Necesitamos una presencia real de las autoridades en el territorio, no solo en lo social, sino también en materia de seguridad”.

El congreso, más allá de sus debates técnicos y académicos, dejó un mensaje claro: la sostenibilidad del sector bananero colombiano no solo depende del clima, las certificaciones o los mercados internacionales. Depende, en gran parte, de la voluntad del Estado para proteger a los trabajadores del campo, garantizar la estabilidad territorial y exigir condiciones comerciales justas en los mercados globales.

Desde Santa Marta, el llamado es contundente: el banano colombiano necesita algo más que reconocimiento; necesita acción. Y el tiempo apremia.