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En la cultura de la región Caribe, cuando una historia se vuelve de nunca acabar, se dice que se ha transformado en el ‘cuento del gallo capón’, que es una vieja adivinanza en la que el que pregunta fuerza a la desesperación al que contesta, pues lo lleva en una corriente infinita de contrapunteo, con el fin de nunca responder de fondo a la simple pregunta: ¿quieres que te cuente la del gallo capón?

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La costumbre del cuento se ha arraigado tan profundamente que hasta en la obra del nobel de literatura Gabriel García Márquez sale mencionada en más de una oportunidad, como el ejemplo perfecto de burla para llevar a la gente al hartazgo.

Y para el lamento de la comunidad de los estudiantes de la Universidad del Atlántico, la entrega de la sede de Bellas Artes se les ha transformado en el vivo reflejo del ‘cuento del gallo capón’, donde nadie da por contestada a la simple pregunta: ¿cuándo se va a entregar la sede de la institución en el barrio El Prado, si ya está terminada en más de un 90 %?

Fechas incumplidas

El proyecto fue puesto en marcha hace casi dos años por parte de la entonces gobernadora Elsa Noguera De la Espriella. Desde entonces lo previsto, al menos en el contrato, era que se diera al servicio en el primer semestre de 2023. De ahí en adelante lo que hubo fue una seguidilla de aplazamientos y adiciones al presupuesto.

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De hecho con base en los registros y archivos de noticias publicadas en EL HERALDO Se anunciaron las siguientes fechas para entregar el trabajo y empezar clases: noviembre de 2023, mayo y noviembre de 2024 y finalmente febrero de 2025.

“Los y las estudiantes de la Facultad de Bellas Artes, ante la noticia de no tener habilitada la sede de Bellas Artes para este 2025-1, pues estamos en un ambiente de frustración, decepción y sobre todo preocupación porque no sabemos a ciencia cierta cuál va a ser el devenir de la entrega del predio para que nosotros podamos por fin entrar a tener todos nuestros procesos académicos y creativos en la sede”, explicó Junior Villarreal, representante de los estudiantes, consultado por EL HERALDO.

Según en su momento explicó el representante legal de la empresa contratista, William Yacamán, el proceso de restauración del edificio se hizo con cuidado y la atención que demandan este tipo de acciones en edificios que son patrimonios arquitectónicos.

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Sin embargo, entre tantas peticiones de otrosíes y adiciones presupuestales, desde diciembre del año pasado la Universidad del Atlántico ha iniciado un proceso sancionatorio buscando castigar a la firma contratista.

Este medio quiso contactar tanto a Yacamán como a algún vocero de la universidad, pero mientras que en el caso del primero no fue posible que contestara el llamado, por parte de la alma mater señalaron que guardarán silencio debido a la recomendación del equipo jurídico.

Desde la institución académica solo se limitaron a señalar que “el año pasado la universidad dio inicio al proceso administrativo sancionatorio contra este contratista y en eso hemos avanzado. Es necesario surtir todas las etapas jurídicas para poder liquidar y continuar”.

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En pocas palabras, a lo que parece aspirar la rectoría de Danilo Hernández –cuyo periodo expirará en octubre– es cambiar de contratista con todo el tiempo que este tipo de procesos pudiesen conllevar.

Es de recordar que entregar la obra es una de las promesas del rector Hernández, una que podría quedarse en eso: una palabra incumplida, es decir, como en el cuento del gallo capón, los estudiantes se quedarían sin una respuesta que los satisfaga, a la espera de que pase todavía más el tiempo.

Estado de la obra

Está pintada y reluciente, las rejas lucen erguidas, el techo se encuentra completamente instalado y las puertas y cristales de los ventanales parecen que hubieran salido de una pintura. Los jardines reverdecen con árboles de roble morado y almendro, arbustos de uva playa y altas palmeras. Por fuera todo se ve listo, por dentro todavía no transita ni el alma de un solo estudiante.

Estos son los únicos que se pronuncian en torno a la situación, que los mantiene a la espera y sin fecha definitiva para poder usar los espacios renovados.

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Heider Espinosa, artista plástico, vocero de los estudiantes de la Facultad de Bellas Artes, recalcó que lo que falta para que entre en funcionamiento es vital para poder dar clase, y aunque es un porcentaje pequeño, su importancia es fundamental.

“Lamentablemente, el proceso de restauración de Bellas Artes sigue estancado. Aún no cuenta con las condiciones necesarias para ser habitada: no tiene electricidad y áreas clave, como el teatro, aún se encuentran en obra gris. Tras una larga espera, la falta de estos espacios genera una constante incertidumbre y nos deja a la deriva, dificultando el desarrollo de nuestras actividades académicas y artísticas”, describió.

La aspiración del actual gobernador del Atlántico, Eduardo Verano De la Rosa, era poder estrenar en el pasado mes de enero el teatro de Bellas Artes, el cual debió haber quedar equipado con tecnología de punta y una silletería totalmente cómoda, con un concierto de gala. Pero no solo se fue enero, y la fecha del 31 de ese mes, sino que pasó febrero y hasta los carnavales quedaron enterrados con Joselito, y de la entrega, nada.

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“Esta edificación no es solo un espacio educativo, sino un símbolo de la cultura y el arte en la región. Como comunidad, seguimos sin tener claridad sobre los tiempos y condiciones en los que podremos regresar a nuestra sede, y esta incertidumbre afecta directamente nuestra formación y proyección de nuestras prácticas artísticas”, comentó Heider Espinosa.

Por eso la petición es clara y contundente de parte de la comunidad de estudiantes: que se rompa el círculo vicioso y que de una vez por todas se entregue este espacio cultural que permanece en el ostracismo.

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Al rector Danilo Hernández y al gobernador Eduardo Verano De la Rosa, como persona que he estado con mis compañeros pendiente de que se abra Bellas Artes, les digo que, si bien es compleja la situación por el tema del incumplimiento, garanticen nuestro derecho a la educación. Que podamos tener un semestre con garantía de que Artes Dramáticas, Licenciatura en Música, Artes Plásticas y Danza cuenten con los recursos para estar en otros espacios”, clamó Junior Villarreal.

Aunque no falta casi nada, lo que se echa en menos es clave. Y no solo son cables y acabados, pudiere ser que lo que hace falta para terminar Bellas Artes y acabar con el sufrimiento de este espiral tormentoso sea un poco de voluntad.