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Lo que hace algunos años era un lote abandonado en el que se encontraban varios arroyos de la ciudad se ha convertido en un espacio para mitigar los efectos del cambio climático y el cuidado del medio ambiente. Se trata del ecoparque del Suroccidente, un lugar que fue inaugurado este miércoles tras un arduo proceso de recuperación para así convertirse en un nuevo pulmón natural de Barranquilla.

Este ecoparque es un proyecto liderado por el religioso Cirilo Swinne, quien agradeció a diversas a la Alcaldía de Barranquilla, al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al gobierno de Japón y demás empresas privadas y públicas por ser parte de este proyecto que además significará en un espacio de aprovechamiento para las familias más vulnerables del sector.

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“Es un proyecto que comenzó hace 23 años con la donación de un terreno. Este ecoparque busca ser un espacio de encuentro e integración, especialmente para la población migrante venezolana, promoviendo la tranquilidad y el respeto entre las personas y la naturaleza”, dijo el religioso.

Además subrayó la importancia del trabajo comunitario y la sostenibilidad, como la recolección de aguas lluvias. También resalto la urgencia de conservar y proteger la biodiversidad en Barranquilla.

Jeisson Gutiérrez

“La primera fase del parque se está completando, con planes de expansión que incluyen huertas para migrantes y senderos. La inversión total hasta ahora asciende a alrededor de $800 millones, pero esperamos lograr llamar la atención de más personas, entidades y empresas para continuar con la ejecución de la segunda etapa”, agregó el religioso.

El religioso solicitó el apoyo para el mantenimiento y vigilancia de este espacio. Además, planea desarrollar un vivero de 6.000 metros cuadrados con migrantes y una huerta comunitaria con un costo estimado de $3.000 millones.

A su turno, el alcalde Alejandro Char destacó la labor que ha venido realizando el padre Cirilo en cohesionar a la comunidad de Barranquilla, uniendo a niños, jóvenes, desempleados y migrantes en un proyecto común.

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Destacó los logros alcanzados en la canalización del espacio, el cual años atrás eran arroyos peligrosos donde era casi imposible tener accesibilidad. Así mismo resaltó la urbanización de estas áreas, así como la mejora de infraestructura local.

“El mismo padre me dijo en algún momento que había conseguido veinticinco mil metros cuadrados, 2.5 hectáreas en el barrio de La Paz. Y ya él, hace veintitantos años, ya soñaba todo esto. Esto no era ni cinco de lo que tenemos hoy. Hoy es que hay un arroyo canalizado de kilómetros y aquí confluían cinco arroyos, se unían e inundaban todo esto”, señaló el mandatario distrital.

Apoyo del BID

Kelvin Suero, jefe de operaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), agradeció a la Alcaldía y a la comunidad por su participación y esfuerzo en el proyecto, destacando la importancia de la colaboración entre el sector público, privado y la comunidad.

Además resaltó el apoyo de Japón al financiamiento de 1.5 millones de dólares, enfatizando que el Ecoparque fue diseñado con principios de resiliencia climática y valor ecológico.

Suero concluyó subrayando que la unión de esfuerzos genera beneficios significativos para la comunidad y que el BID está comprometido con la sostenibilidad del proyecto.

Entre tanto, el embajador de Japón, Takasugi Masahiro, mencionó que los esfuerzos en la atención a la crisis migratoria venezolana fueron fundamentales para que decidieran invertir y lograr promover la convivencia y el desarrollo comunitario con este ecoparque.

También aseguró que espera continuar trabajando para reforzar la amistad entre Japón y Barranquilla a través de modelos que ayuden en el crecimiento y desarrollo de los pueblos.

Un espacio educativo

Los profesores y estudiantes de la Universidad del Norte también apoyaron el proyecto con estudios biológicos, reforestación y señalética.

Desde la alma mater se expuso que, a partir de 2019, profesores y estudiantes de distintas disciplinas de Uninorte han aportado exploraciones biológicas, registros de flora y fauna y asesoría para adaptar el proyecto a la biodiversidad local.

María Cristina Martínez, decana de Ciencias Básicas de Uninorte, comentó que el apoyo de la institución ha sido clave en distintos aspectos del proyecto.

Jeisson Gutiérrez

“Aportamos con el inventario de árboles en el Jardín Botánico Campano, que está pensado como semillero para el ecoparque. Allí se han desarrollado espacios como un jardín de cactus y suculentas, una huerta y un jardín de plantas medicinales, elementos que servirán de base para la futura expansión del parque”, añadió Martínez

Por su parte, Rafik Neme, profesor del Departamento de Química y Biología, se refirió al cuerpo de agua dentro del ecoparque como un elemento vivo y activo, pensado para que la comunidad tenga un espacio de conexión con la naturaleza.

“Aquí buscamos recrear una verdadera experiencia de bosque seco tropical, ofreciendo un pulmón verde real para la ciudad”, explicó Neme.